viernes, 5 de septiembre de 2008

5.3 mujer-hogar-trabajo

5.3 REALIDAD DE LA VINCULACION DE LA MUJER
AL HOGAR Y AL TRABAJO
Antes de la Revolución Industrial en ambientes campesinos y urbanos, las mujeres trabajaron ayudando al padre o al marido, en la explotación familiar o taller.
Su “realización”, se completaba sintiéndose la depositaría de la tradición y de los valores familiares que tenía que transmitir a los hijos.
Con la revolución industrial la mujer pasa a llevar además el titulo de trabajadora u obrera; Pasando hasta el momento el papel de la mujer en el hogar por distintas valoraciones.
A partir de los 60 se pone en circulación el mito de que el ama de casa es una mujer no realizada. El afán de realización personal y el consumismo que vive la sociedad, hace a la mujer entrar de lleno en la vida profesional. Dejándonos prototipos de Superwoman, difíciles de alcanzar.
Las guarderías y empleadas de hogar, permiten a las mujeres con preparación técnica, o medios económicos que se dediquen intensamente a su carrera profesional.
A diferencia de los hombres; el desarrollo de esta entrega a la profesión conlleva un detrimento en el papel que hasta ahora ha tenido en el hogar. Llevándole muchas veces a un sentimiento de culpa y a un estado de ansiedad o strees que ha sido la causa de que muchas se lo replanteen. Ejemplo famoso es el de:
Gloria Ateinem, fundadora de una importante revista femenina. Quien definió a la Superwoman de los 80, como un engaño. Un fenómeno antifeminista. Ya que es casi imposible ser numero uno en todos los campos de la mujer. Y siempre el éxito en uno de ellos, incide en detrimento del otro.
Cristiane Collange, describe en su libro “Quiero volver a casa” el lamento de miles de mujeres. Observando que sin retroceder, ni un ápice, en los logros conseguidos. De ninguna forma se puede desear cerrar las posibilidades o intrusión en el mundo laboral, político o social.
Sin embargo, la mujer de hoy, tiene una necesidad real de tiempo para seguir siendo: mujeres, madres, y esposas. No personas partidas por dos.
Otro caso bien conocido es el de Brenda Barnes. A sus 43 años, desempeñaba el cargo de presidenta de Pepsi cola en América del Norte.
Pero renuncio a su puesto, para estar con sus tres hijos.
Durante veintidós años Brenda había demostrado su profesionalidad. Y al despedirse sintió la necesidad de explicar públicamente su decisión. Declarando en “The Wall Street Journal”:
“Espero que mi decisión no haga pensar a la gente; que las mujeres no valen“.
Personalmente como mujer, puedo entender esta decisión y darle además un gran valor. Sin añadir que se me antoja esta explicación casi como un pedir permiso o perdón a la sociedad, por sentirnos mujeres por encima de otras cuestiones. Por muy interesantes o importantes que estas sean.
Mi deseo, particular pero creo que compartido por muchas mujeres de todas las condiciones sociales y económicas.
Es que llegue un tiempo en el que se consiga que la mujer pueda, aportar a la sociedad su bien hacer en todos los ámbitos profesionales y culturales, sin tener que dejar de ser el alma del hogar, ya que considero que es mucho lo que podemos dar dentro y fuera del hogar.
Considerar sin embargo que nuestros afanes de superación y las políticas, sociales y económicas, sin aportarnos ayudas eficaces. Nos están obligando a cerrar puertas en uno y otro sentido. Y por supuesto recordar que esa ayuda, tendría que venir principalmente de compartir junto al hombre todas las responsabilidades que nuestros trabajos y nuestro hogar requieren.

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