viernes, 5 de septiembre de 2008

2.6.Raúl y su madre discapacitada.

2.6 RAÚL, LA SUERTE DE TENER UNA MADRE DISCAPACITADA.
14 de Marzo del 2002

A mi ahijado: para que aprenda a dar gracias a Dios por la madre que le ha tocado en suerte.
Seguramente hoy no vende hablar de Milagros, pero aun a riesgo de no vender un libro, perdonarme que no me reserve esta historia. Pues si como creo en el Cielo se empeñan en hacer cosas grandes a los pequeñitos y humildes, “noticia es, mire Ud.”.
Y lo siento por el que no crea.
Caty es una chica, a los que algunas personas les gusta llamar especial. Y no mienten: “Es especial”. Tiene una discapacidad reconocida. Es sorda. Su condición de no oyente a ella, no le ha preocupado nunca. Aunque a su familia quizás les haya traído un poco más de cabeza el entenderla o hacerse entender por ella.
Yo cuando la veo de tarde en tarde por que no viven en Andalucía, me parece que es una “señora”, bastante feliz. Sus preocupaciones son las de cualquier ciudadano: ingeniárselas para llegar a fin de mes, pagar el alquiler, etc. Lo normal cuando se es una pareja joven, con hijos pequeños.
Su marido es Sordomudo y también es divertido, alegre, trabajador. Son muy graciosas las caras de las personas que les miran fijamente, mientras ellos ajenos a la curiosidad de los demás, se hablan mirándose a los ojos, y gesticulando con las manos, en mil peripecias que les permite mantener una completísima y eficaz conversación.
Por lo poco que conozco de este lenguaje de signos, diría que es fácil, concreto, y directo.
Por ejemplo a excepción de códigos aprendidos que es como un diccionario de signos y cada gesto designa un objeto, profesión persona, etc.
De común acuerdo, se advierte que también entre ellos tienen otro código y me divierte por ejemplo la forma en que nos definen o nos nombran cuando hablan de un tercero, pues los gestos que realizan denuncian una cualidad que les designe: El del bigote, el de la barriga, la que trabaja en el hospital, la que tiene dinero, etc.
Hace unos días, Caty que estaba en el octavo mes de gestación, al hacer un esfuerzo, noto que en su cuerpo había pasado algo, que su hijo había dejado de moverse.
Los que estaban cerca de ella, no sabían si dar importancia o no a sus palabras, pero ella insistía:
-Pasa algo, no se mueve.
Por lo que la familia la llevó al hospital y efectivamente; Los resultados de las primeras pruebas realizadas detectaron: oxitocina patológica y taquicardia fetal demostrando que el bebe estaba en peligro.
No sabiendo bien porque su corazón apenas se percibía. Se le práctica una cesárea urgente, naciendo un varón de 3.188 gr.
El test de apgar de los primeros minutos de su vida, hacen que todos nos relajemos. Todo parece normal.
En unas dos horas por fin nos entregan al niño y le llevamos a la habitación junto a sus abuelos. Mientras Caty pasa a otra habitación para recuperarse de la anestesia.
¡Que ilusión nos hacía tener aquella cosita entre nuestros brazos!. Su abuelo, le miraba con muchísima ternura. La madre de Caty, rebosaba de felicidad, viendo que por fin habían terminado esas horas angustiosas de espera, en las que junto a la preocupación por el bebe, se le parte el corazón, sin poder hacer nada por suavizar el proceso de dolor, en el que ve sumida a su única hija.
-¡Si yo pudiera hacerlo por ella! .
Era el sentimiento que gritaba desde su silencio, mientras limpiaba su sudor y acariciaba sus cabellos. Por fin esta criatura que tenía en sus brazos era el consuelo a tantas horas de angustia.
Más tranquila agradecía el ver que su hija había terminado de dar a luz bien a su segundo hijo, aunque aún, no haya podido abrazarla.
Pero el bebe, no parecía estar cómodo. Tenia mucho frío. A pesar de que intentamos mantener sus pies y sus manitas bien sujetitos, y las lámparas de calor encendidas.
Su cuerpecito empezó a tomar un tono azulado, y su piel no se calentaba. Un quejido como de dolor salía de aquel pequeño cuerpecito, que nos empezó a preocupar.
Llamamos al personal de planta que enseguida acudió, y al verle, casi sin darnos explicaciones le llevaron para la Unidad de cuidados intensivos.
Algo más de un mes ha estado allí, el diagnostico a raíz de las pruebas de todo tipo que le están haciendo neurocirujanos, y especialistas de corazón, es alarmante. Los especialistas parecían estar haciéndonos la idea de lo peor.
Caty y Pablo, cada día acuden tras los cristales de la sala del hospital a animar a su hijo.
No hablan, sino por señas, pero se ven fuertes, están dispuestos a aceptar cualquier cosa, pero no pierden la esperanza.
En vista de la gravedad, he solicitado al sacerdote que suba a bautizarle, y ha sido una ceremonia preciosa.
Han decidido que se llame Raúl, el motivo que después de intentarlo con otros muchos nombres, es el único que su padre con gran esfuerzo podría pronunciar. Y sin sacarle de la incubadora en la que esta conectado a numerosos cables y al Oxigeno que le permiten respirar, hemos sido testigos de esta ceremonia: sus abuelos paternos, sus padres y alguna de mis compañeras y yo, que nos hemos emocionado con la gran fe de estos jóvenes padres.
Al terminar Caty; deposito un beso en la incubadora, es la primera vez que la permiten estar tan cerca de su hijo. Y su rostro es el vivo reflejo del amor y del dolor. Sin embargo sigue serena, preparando sus pechos, para amamantarle cuando salga de allí. Aunque le han dicho que quizás no salga.
Después, Raúl ha ido mejorando, poco a poco han ido desconectando cables y ha empezado a ingerir algo de alimento, en pocos días, parece que el peligro ha desaparecido.
Han repetido todas las pruebas y sin poder razón de su mejoría por fin se lo han llevado a casa, con una apariencia totalmente normal.
Aun los médicos le aconsejan que tendrán que seguir revisándolo, pero también con agrado les hacen saber a sus padres a trabes de la interprete de signos que les acompañan en estas charlas con los especialistas:
-“ No podemos justificar con la ciencia a que se ha debido la mejoría tan repentina del bebe... En estos momentos ni el mejor especialista que le reconociera podría adivinar cuanto riesgo ha corrido su vida, si no ven los informes”.
Para ellos y para mí, con esto nos basta, Si Dios quiere, algún día, Raúl sabrá que debe la vida a su madre doblemente, primero por gestarle.
Pero sobre todo por esa especialísima sensibilidad, de sentir una especial preocupación, desde el mismo momento de aparecer el problema,
( El movimiento fetal, en el que se hizo un nudo de su cordón umbilical, y junto a las dos vueltas que rodeaban su cuello le estaban ahogando en el vientre de su madre).
Seguramente una madre no discapacitada, no hubiese tenido esa sensibilidad tan especial, que le ha permitido salvar la vida de su bebe.
¡Felicidades Raúl
Nota, (Hoy Raúl es un chico normal, travieso y divertido, como todos los niños de su edad)

No hay comentarios: