viernes, 5 de septiembre de 2008

2.2 Preñada de una idea

2.2. - PREÑADA DE UNA IDEA.
7 de Enero del 2002.
Han pasado muchos años ya, de todas estas vivencias, que recordaba en el capitulo anterior. Mi vida esta mucho más centrada.
Reconozco que ahora, sí veo, que me voy haciendo mayor. Que he entrado en esa tercera fase de la vida, mucho más práctica y atractiva, donde todo se ve con más serenidad, y se paladea el fruto de todas las vivencias.
Cada día sin embargo sigue trayéndonos sorpresas: Nuevas experiencias, nuevos amigos, nuevas responsabilidades.
Aunque hoy quizás al empezar a escribir, recorra mi cuerpo ese antiguo sentimiento de viveza intima, donde me es difícil, dejar entrar a nadie. Y como en una simple evocación, sigo percibiendo esas sensaciones naturales en mi ser, de que hay algo mágico, especial, trascendente en todas las cosas que nos rodean.
Tengo un firme convencimiento de que nada, es por que sí. Todo es para nuestro bien, y aunque suene a poesía barata de filosofía oriental, solo basta mirar dentro de nosotros y mirar a los lados, cada circunstancia, cada experiencia, cada persona que conocemos, tiene en sí una riqueza para nosotros, algo que comunicar, algo de lo que podemos aprender.
A veces ni ella misma sé de cuenta, por que también nosotros desprendemos, ese algo para ellas, aunque no lo notemos.
Ninguno, ni siquiera aquellos seres que voluntariamente se apartan del mundo les son indiferentes al mundo. Porque somos como una especie de familia numerosísima, donde todos también en nuestra peculiaridad nos parecemos unos a otros.
Las experiencias de los hombres, suelen repetirse, como se repiten los ciclos biológicos del nacimiento, el crecimiento y la muerte. Que es igual para todos.
Tengo sin embargo una rara sensación, que me impide compartir mis cosas con los demás, aunque quisiera ser igual, algo es distinto y ese algo esta muy dentro de mí.
Por más que quiero ser abierta, me canso enseguida de estar acompañada, y encuentro confort y consuelo en mis ratos de soledad.
Mi soledad, no es un estado triste, que me aísle del mundo, sino otra forma distinta de vivencia.... Mi soledad esta llena de acontecimientos, de pensamientos y de emociones que no puedo compartir, por que no hay receptor interesado, en mis propuestas.
Ando con prisa, como si tuviera que terminar algo, con fecha de entrega, sin acertar muy bien, que es lo que deseo realmente. .
Algo está pasando en torno a mí, que me hace sentir una esperanza y una sensación que me parece haber vivido antes.
Yo diría que “se me esta poniendo cuerpo de madre“.
No tengo razones biológicas que lo justifiquen, pero me siento como preparándome para dar fruto. Algo dentro de mí empuja a recordar a Sara la mujer de Abraham. A Isabel la esposa de Zacarías. Como si fuera de toda esperanza algo nuevo fuera a germinar. Fuera de toda necesidad o conveniencia, algo o alguien viniera a mi encuentro.
No me asusta... sino que me anima a un vivir más intenso de cuanto me toca; Siento que el estar viviendo es como una especie de viaje, en el que cada día, encuentro nuevos paisajes, nuevos sentimientos, nuevas perspectivas, nuevos enfoques de una misma cosa
Me gusta mi mundo, porque en él, no hay que coger medio de locomoción para ir de un lado a otro. Suelo sacar partido de cualquier momento, cualquier palabra, cualquier acontecimiento renueva mis esperanzas y me hace soñar con aquellas cosas que me apetecería hacer, sin saber cuando... ni como, pues no ando sobrada de nada.
Mis sueños son: Ver Roma o ir a Galicia, volver a Fátima, donde hace unos años en los que mi partida hacia el gran misterio parecía aproximarse con pasos de gigante e hizo que regara mi breve estancia en Cova do Iria de lagrimas y rezos llenos de un dulce pesar y de un gran agradecimiento por haber saboreado, tantos momentos vividos en lo que me parecía mi corta vida.
Como si no necesitará para ser feliz, ninguna cosa material porque son los sentimientos, los apegos, y los fracasos los que van marcando mí mundo interior, con huellas, que permanecen a lo largo de los años. Y que se sufren o disfrutan indistintamente del sofá donde te sientes o de la marca del coche que uses.
Se aprende de lo que se vive, y se vive con el corazón y con la mente, órganos que la voluntad humana, aun no ha aprendido a dominar.
Esa es la grandeza del aprendizaje: saber que solo cuando cerremos los ojos definitivamente es cuando termina ese periodo. Mientras tanto hemos de permanecer, expectantes, con ojos grandes como recién nacido que degusta cada nueva experiencia como el más interesante de los juegos.
Creo que no es nada especial esto que digo, basta con observar a los niños. Es alucinante verlos crecer cada día y me da la sensación de ser más joven por ellos, por que sigo haciéndome niña cada día para ir a su paso, para comprenderlos y aprender de ellos.
Los niños son un gran regalo y aunque nos dan mucho trabajo y hacen que “dependamos de ellos”, mientras son pequeños, son lo más grande que puede haber en la vida; de la mujer al menos.
De pronto un día, te das cuenta que tu cuerpo esta ocupado por alguien que no eres tu misma: molestias, cambios físicos, y al final de un periodo que se hace corto por la esperanza de ver la cara del ser que llevas dentro, llega por fin la criatura más perfecta, nunca antes contemplada.
Cada criatura que nace es un ser único, que viene a llenar de ternura nuestro hogar. Los olores nuevos traen la frescura de la vida. Sus pequeños cuerpecitos nos invitan a observarlos, con asombro.
¡Cuanta perfección, en todo sus contornos!.¡Cuanta inocencia en su mirada!.¡Cuanta necesidad de ser protegido, cuidado y querido!.
Yo he tenido cinco hijos y nunca he podido descifrar el misterio de la vida. No me siento creadora de nada, no tuve la intención de que nacieran, vinieron a mí, no sé de donde. Pues aunque científicamente conozca el proceso biológico y pueda entender el proceso del desarrollo de las células, no veo en la maternidad un acto de propia voluntad. Sino una regalo maravilloso de alguien que me debe amar mucho para dejarme gustar esta fantástica experiencia, de “ser madre”.
Esa es la sensación que hoy recorre mi cuerpo...
Sin tener que hacer un gran esfuerzo revivo en mi mente cada embarazo con sus incógnitas, sus pruebas y sus emociones, compartidas con el resto de los habitantes del hogar.
Para cada uno a su manera, el acontecimiento, marco también sus vidas. Para mi marido, la preocupación por el sustento, mi salud y la del bebe. Para los niños según la edad que le pillase, la sorpresa de tener una mama embarazada: los príncipes destronados para el más pequeño, el muñeco que llora y ríe de verdad para los medianos y la responsabilidad compartida para los mayores.
Cada parto nos traía su sorpresa. Pues en mi familia se cumplió a rajatabla lo de “cada niño trae un pan bajo el brazo”. Y cada uno eligió el tipo de pan, que más necesitábamos en ese momento.
No quisiera alargarme en esta pueril descripción, de los regalos que nuestros hijos nos hicieron al nacer, pues podría parecer presunción. Solo te diré que cada hijo supuso un cambio importante para nuestra familia.

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