viernes, 5 de septiembre de 2008

prologo

Mujeres sin apellido

Con admiración a la mujer que me dio el Ser Y me educo, sin palabras, solo con su ejemplo. A la mujer que se enfrento a su situación. Y me dejo nacer en medio de muchas dificultades, económicas y sociales, con el único apoyo del hombre más bueno del mundo que ahora nos cuida desde el Cielo. ¡Mi padre. Con profundísimo respeto y cariño a mi madre:
Soledad García Hidalgo.
8-3-2002
(día de la mujer trabajadora )

PROLOGO :
Empiezo este trabajo, con mucho cariño y respeto por todas las personas que han colaborado en él. Todas ellas tienen nombre y apellido. Son reconocidas en sus ambientes, por su labor y por la profesionalidad con que desempeñan sus trabajos.
Este prologo es en principio para agradecerles su colaboración al dejarnos entrar en sus vidas, y con ello abrir el campo a esas informaciones que no suelen salir en la prensa rosa, ni en la amarilla salvo contadísimas ocasiones, ya que sus actividades, el desarrollo de sus proyectos y su proyección como personas en la sociedad, no va buscando notoriedad o publicidad de ningún tipo.
Han sido ellas las elegidas un poco al azar, por que tampoco en este libro vamos a exaltar sus labores de forma especial, sino con la sencillez, con que cada día, se levantan y viven su experiencia” de personas”, en medio de la sociedad, sin sobresalir de ninguna forma.
El echo de titular este libro: “mujeres sin apellido“, viene a confirmar que lo mismo que ellas, son muchas las mujeres que cada día toman las riendas de su vidas, para emplearlas en las más diversas ocupaciones, dignificando así su persona y con ellas al resto de criaturas de su mismo sexo.
Nuestra existencia en el universo tiene un porque intrínseco desde la creación. Dios al crear al hombre y a la mujer los hizo distintos morfológicamente hablando: distintos en el físico, distintos en la forma de sentir, distintos también en la forma de servir a su universo.
Ni el hombre, ni la mujer ha de sentirse desvirtuado, ni desplazado por el otro, a causa de estas diferencias, sino más bien ver en el otro sexo, la complementariedad, la riqueza que nos dan sus cualidades especificas y que nosotros no tenemos, por razones puramente biológicas, funcionales y hormonales.
Lejos está de mí interés, sucumbir a políticas feministas o machistas, pues no se trata de compararnos con el hombre. También tu que lees este libro, te preguntaras como alguna de las personas entrevistadas, me preguntaban: ¿Porque separar o hablar de la mujer como cosa distinta al hombre...?
La única respuesta es remitirnos al párrafo anterior sin más explicaciones. Sin buscarle tres pies al gato como se dice popularmente, sino contemplando que tiene cuatro pies valorarlo en toda su plenitud.
La mujer ha rellenado muchas páginas de la historia y en la mayoría de las ocasiones han sido destacadas solo sus cualidades físicas. En muchos casos su trabajo, queda obscurecido o tiene que salir a la Luz con un nombre bajo seudónimo, a causa de las políticas de sus países de origen, de las costumbres, y en muchos casos de la religión,
Pero ni siquiera ese echo es el que nos mueve a pararnos en la actividad de la mujer, sino simplemente en su forma de hacer, en el descubrir a través de todo cuanto la rodea, la influencia de sus instintos más naturales, inherentes o condicionados por una genética femenina.
Simplemente, sin más doblez, este libro intenta sacar a la luz la labor callada de tantas mujeres, que a lo largo y ancho la humanidad, han sembrado el mundo de sentimientos, acciones, “he hijos, por que no decirlo”, poniendo en todo un “Corazón de mujer”.
Todos los personajes, que aparecen y que en la mayoría son mujeres, toman un nombre subjetivo. Unas veces la protagonista se llamará como la modelo real. Otras no. Esa será una de las incógnitas de esta obra.
Lo que si certifico, es que la intención no es escribir una novela inventada. Sino que todas las circunstancias, en ella reflejadas, parten de una realidad: objetiva y fiel, vividas realmente de la forma que nuestras protagonistas nos lo narran.
En algunos casos, hasta podréis notar que el estilo, o la expresión varían, no es fortuito, ni es que al autor le duela la cabeza ese día. Es sencillamente, que habrá cambiado. Que será ese personaje que se refleja en su propia experiencia, quien haya cogido la pluma, para contároslo en vivo y en directo. “Desde su forma de sentir y ver su vida frente a ella”.
Desde el respeto que nos han de merecer todas las personas, pasemos de querer adivinar, ¿Como será su rostro?, ¿Como viste? O ¿Donde trabaja realmente?, ¿Si está casada o no?, ¿Cuál es su edad o su pasado?.
Todas son situaciones que muy lejos de ser excepcionalmente vividas por cualquiera de las personas que nos la presentan, y de las que realmente no conocemos su apellido; (que es lo que puede hacer a una persona localizable). Son reflejo fiel de las experiencias de otras miles y miles de mujeres, de las que ni sabemos su nombre; pero que las viven con igual intensidad día a día, sin sentirse especiales por ello.
Carmen
CAPITULO 1 “UN BAÚL LLENO DE RECUERDOS”

1.1 REGALO DE NAVIDAD.

1.2 RECUERDOS DE PORCELANA.

1. 3 ADIOS AL PASADO.

1.1. un baúl lleno de recuerdos

“UN BAÚL LLENO DE RECUERDOS. 1 de Enero del 2002.
Hace muchos años, quizás desde adolescente, puse en los propósitos para el año próximo: -escribiré un libro. Pero nunca he tenido tiempo, de cumplir este deseo, que yo creo que es también el de muchas personas. Como una cosa lejana, que nunca acaba de llegar.
Entre unos papeles, he encontrado unos trozos de uno de estos intentos me imagino que hace más de diez años que los escribí. Aunque aun hoy tienen vigencia en mi corazón. Fueron vivencias, estados de animo y personas que estuvieron en mi vida, pero que ya hace bastante tiempo que no se nada de ellas. Sirvan estos recuerdos, como antesala de otras vivencias, las de muchas mujeres, que en nuestro tiempo se enfrentan a su vida, sacando el máximo provecho de ella. Y que a fin de cuentas son las verdaderas protagonistas, de este libro.

1.1 “UN REGALO DE NAVIDAD”
Esta mañana hace frío, como todas las madrugadas por estas fechas. Ya falta muy poco para la navidad. Me he levantado con desesperanza, con miedo a enfrentarme un día más a esta realidad de mi presente: “Soy una mujer, solo una mujer”.
Por mi aspecto, aun no me ceden el asiento en el autobús y son muy pocos los qué comienzan a llamarme señora. Sobre todo si me acompaña alguno de mis pequeños. Os podría decir mi edad, pero no eso no completaría lo que hay dentro de mí.
Tengo la sensación de que no es cosa de los años que se cumplen, si no de las vivencias de los que están llenos esos años cumplidos. De la intensidad, complejidad e inquietudes que se suscitan en la mente de una mujer, que tiene que adaptarse a vivir pendiente de un hogar y unas responsabilidades; como esposa y madre, para las que no siempre ha recibido demasiada preparación técnica. Sin sopesar además que tendría que abandonar parte de mí vida para compartirla o entregarla a la causa de mí matrimonio y lo que conlleva.
Es un cóctel interior, en el que se agolpan, pensamientos, sentimientos y responsabilidades, que llegan a bloquear mi personalidad en estos momentos insegura y me hacen circular por un mundo, al que parece que no acabaré de adaptarme.
Mientras. . . . Oigo repetir a mi madre, al ver como reprimo mi espíritu inquieto, que desearía estar en mil batallas y se ata voluntariamente a esta sumisión de mi compromiso como esposa, y madre. Deseosa en el fondo de cumplir también con mis obligaciones:
- ¡No debiste casarte!.
Yo no pienso igual, en el fondo estoy feliz, aunque mi vida sea un poco ajetreada.

¡Se me hace tarde!. Empieza el maratón de cada día: desayuno para los niños, arreglarlos para el colegio, recoger la casa y apenas si son las nueve. Salir a la calle, es una de las cosas que menos me gusta. Me toca realmente los nervios el tema de la administración del sueldo. ”Necesito comprar mucho y gastar poco”. Tengo que buscar regalos para Reyes; Mis hijos ya han escrito sus cartas. Siguiendo el guión de los anuncios de Televisión, pero no creo que les cumplan sus deseos. . .
Espero encontrar argumentos que desacrediten los anunciados que no estén a mi alcance.
Tendré que esmerarme en encontrar algo adecuado para cada uno de ellos y de paso quisiera encontrar algo que sorprenda a mi marido.
Es para mi todo un reto esta labor, en la que empleo varias horas, en las que recorro con la mirada estanterías, escaparates y grandes almacenes, costándome decidir que comprar y acordandóme de mis amigas que usan este pasatiempo como terapia para sus bajadas de animo.

En esta empresa andaba aquella mañana, cuando entre en aquella librería. Solo estaba la dependienta, una chica joven y amable, que atendía a un señor, cuya indumentaria me sorprendió un poco.
Al entrar, solo veía un gran abrigo gris, terminado en una también generosa boina negra y separando ambas piezas de vestir; asomaba el pelo canoso y más bien largo, de un señor que al oírlo despertó mi curiosidad.

En el interior la dependienta se esforzaba en encontrar un titulo que le apeteciera leer a aquel personaje, que después de pedirle un lápiz y un cuaderno, le había pedido una novela sin especificar autor, ni preferencia.
Desde lejos, revisando los libros de una estantería interior, pregunto a su cliente: ¿De amor no, verdad?.
-Y el hombre contesto: -¿por que no?. Me gusta leer de todo. Quizás fue eso lo que despertó mi interés y me hizo empezar a prejuzgarle. ¿Por qué no?. Acaso el interés por ciertos temas: ¿Tiene edad?. Siempre me había sorprendido ver en el espejo (aunque no era mi mejor amigo), que mi cuerpo cambiaba a un ritmo distinto de mi alma. Notaba cambios físicos que me hacían parecer mayor, pero mi mente “mis adentros”. No sufrían esa metamorfosis. Parecían fueran a permanecer eternamente joven: mis ilusiones, mis ganas de hacer cosas y mi forma de sentir, de amar.
Quizás sea por eso que a veces me siento como fuera de honda y me parece ser distinta al resto de los adultos que viven en mi entorno. Ellos saben reprimir sus sentimientos y adaptar sus ideales al costumbrismo social, y yo me revelo contra todo.

De todas formas “el sentir”, es algo que nadie ha podido plasmar, copiándose de un modelo. Ni lo fabrican en serie; Es peculiar en cada ser. Esta reflexión me hizo recordar una frase que había en mi agenda firmado por un tal Henry Havelock Ellis. Y que decía:
“Todo hombre genial, es en cierta medida: hombre, mujer y niño, al mismo tiempo”

El Señor, continuo comentando a la dependienta , que a su parecer había muy pocas escritoras femeninas. Era como si conociendo muy bien la sensibilidad de la mujer y su capacidad de transmitir sentimientos; Se revelará contra lo que él calificaba de “silencio editorial”.

-¿Tu no escribes nada?.
Requirió a la dependienta. . . Ella sonrió y movió la cabeza negando. El anciano haciendo caso omiso a su negativa continuo con aire de convicción:

-”Si quieres tu escribes y yo te leo y a la inversa. Podríamos intercambiar nuestros escritos”.
Yo, no entendía muy bien a donde quería llegar, pero como no dejaba de ser curiosa la conversación, seguía mirando las estanterías, aunque con el oído expectante a ver en que acababa aquella proposición.

La dependienta, dejo de buscar en la trastienda, al comenzar a entrar nuevos clientes a los que, inmediatamente atendió. Mientras el señor seguía mirándola y esperando una respuesta, o un libro, pero no debía ser la primera vez que el cliente venía a la tienda, quizás pasaba allí muchos ratos, con el solo deseo de charlar con alguien.
Al volverme, me di cuenta que había empezado a mirarme a mí, igual de fijo que antes lo hiciera a la chica; Tal vez no estuviera bien de la cabeza, fué mi primer juicio al fijarme un poco más en él.
Su piel era muy blanca. Supuse que no saldría apenas de su casa. Sus ropas estaban limpias y bien planchadas, pero tal vez la blanca barba de varios días sin afeitar y aquella boina tan calada en su frente, le daba ese aspecto tan poco corriente; Sin embargo, no sentí miedo, ni desconfianza. Había algo en él que me atraía. . . Creo que la experiencia, que le suponía, a sus muchos años. . . Las vivencias que le habrían conformado aquella forma de ser. No me preocupaba saber quien era. No le había visto antes y probablemente, no le volvería a ver.
Pero aquella hora, logro absorber completamente mi atención.
Me olvide de mi rutina, mientras sin saber como, pase de observadora a estar oyendóle ensimismada en sus historias de viajes a través del tiempo, de famosos y frases celebres, que en su voz sonaban vivas e interesantes.

La gente seguía entrando y saliendo, y la dependienta ahora nos miraba con curiosidad, sin atinar a comprender donde estaba el interés que seguro mis ojos estaban denunciando.
Absorta, como hipnotizada, me centraba más y más en su dialéctica. A veces se me escapaban algunos detalles que me hacían perder el hilo, pero no le interrumpía.
En una de esas veces que sorprendí a la chica mirándonos, caí en la cuenta de su insinuación. A ella le parecía que mí interlocutor, estaba loco. Pero a mí me parecía todo tan inesperado e interesante, que me hacía sentir rebeldía, ante la sociedad llena de prisas, de normas, de costumbres o miedos absurdos. Y afianzaba mi postura de seguir oyéndole sin contar con el resto del mundo. Sin atreverme a preguntarle, algo dentro de mí repetía: -“Esta solo”. Y sin pensarlo mucho, le pregunte a que se dedicaba ahora.
El no contesto, me miro fijamente como sorprendido, de que por fin hablara con él. Se arreglo un poco el pelo sin apenas levantar la boina unos centímetros y con la misma serenidad me devolvió la pregunta:
-¿Y tu, que haces aquí hablando con un viejo que no conoces? Eres una ingenua.
Me sorprendió; Pensé que le había molestado, pero al igual que había hecho, antes él; tomándome tiempo le respondí:
-Cierto, puede que sea una ingenua, pero no me arrepiento. De no dejarme llevar por mi inocencia. No podría haberle conocido. Y a sido como un regalo, se lo aseguro.

Los dos sonreímos y salimos a la calle sin recordar a que habíamos entrado en aquella tienda. Paseamos un rato por las calles que ya se estaban llenando de adornos navideños. Mientras seguimos charlando, sin preocuparnos de ninguna otra cosa.

-¿Tu no eres de aquí, verdad?
-No, y no creo que pueda adoptarlo como mi pueblo, pues me han dicho que aquí; hasta la segunda generación y aun más, siguen considerándote forastero. De echo me ha sorprendido que aun no me haya preguntado: ¿Y tu de quien eres?. Habiendo vivido en tantos sitios, no sé bien, que pueblo o que paisaje considero más mío.

Su rostro se ensombreció. Mis palabras, esta vez le hacían sentir un poco de tristeza. A mi vez, me pareció descubrir mi vida entera en aquel momento. Hasta hoy, no me había atrevido a examinar mi historia. Nuestra vida, iba y venía de una ciudad a otra, buscando trabajo, intentando sobrevivir en un mercado de intereses que siempre favorecían al mismo tipo de gente. Cierto que también tenía la sensación de estar huyendo de mi misma, sin sentirme por tanto libre nunca. Allá donde nos asentábamos, nuestra historia nos marcaba los limites y no éramos capaces de abrir fronteras. Si no que al contrario nuestra vida, nos envolvía en una existencia, cerrada, chata. La presencia de este Señor, parecía sondearme y zarandear en mis recuerdos. Para distraerle procuré fomentar mi interés por saber más de él, y olvidarme de mí. No era el mejor día para hacer examen. Así que volví a preguntarle:

-Dígame: ¿Dónde aprendió tantas cosas?¿Ha debido estudiar mucho?
- ¡No, que va!. Eso me hubiese gustado, estudiar más. De pequeño mi padre me colocó de botones en el Ministerio de Hacienda, poco a poco seguí preparándome algo de contabilidad y he pasado cuarenta años en contribuciones, como funcionario.
-¿En hacienda?. No lo hubiese acertado nunca. Yo había imaginado a los funcionarios públicos, como seres con medio cerebro y medio corazón. Que siempre me imaginaba era lo que utilizarían con sus familias; porque en la oficina, me parecía verles carentes de ambos.
Creo que esta infantil y deformada idea por la que pido perdón pues seguro es muy injusta con ellos. Era el fruto de larguísimas horas de espera detrás de ventanillas, que nunca eran las encargadas de solucionar nuestros problemas. El contribuyente, siempre está equivocado y deberíamos haber pasado antes por la ventanilla de enfrente. Que a su vez estos nos remitan a una tercera o cuarta ventanilla. Pero aquel señor, tan inteligente y amable me hizo ver que estaba equivocada, al haber juzgado a la ligera. Cosa esta además que yo hacía muy a menudo.
Sin darme cuenta solía etiquetar a todos los de la especie, según el numero de ventanillas, que me hacían recorrer antes de decirme: Que me faltaba una póliza y que tendría que volver al día siguiente. Por que la primera ventanilla que visite, era la que tenía que dármela y ya había cerrado.
Era entonces, cuando solía acordarme que todos hemos nacido de alguien. Aunque afortunadamente con rectitud de intención. El siguiente pensamiento a este era: “Tranquila, los padres, no tienen la culpa de lo que hacen los hijos cuando salen de casa”.

-Perdone. Antes he creído oír que preguntaba a la chica de la librería que si escribía. ¿Acaso escribe usted?.
-Sí, suelo escribir pero no tengo quien me lea. Apenas si tengo quien me escuche. Dijo subiendo la cabeza, intentando disimular la soledad que se retrataba en su expresión. Y continuo: -Me gusta mucho escribir, pero me gustaría más si hubiese alguien que quisiera escribir lo que yo sé. Pues con las gafas. . . Debe ser que tengo que renovarlas, por que me canso mucho y veo poco.

De aquellos ojos claros, serenos y solos, estaba a punto de escaparse una lagrima. Comprendí que lo que deseaba era tener a alguien cerca. Alguien con quien compartir su manera de ver las cosas. Alguien a quien relatar las anécdotas que habían ilustrado su vida y desee en lo más hondo de mi ser, poder ser ese alguien para él.
Sin darle tiempo a reaccionar le dije: -A mí me gustaría escribir para usted.

Él volvió a sonreír con ternura, me miro a los ojos y dijo: -Gracias hija, pero estoy seguro que disfrutaría mucho más, si me dejaras leer lo que escribes tu. Pues por tu forma de escuchar estoy seguro que a ti también te gusta escribir. Veo en ti, me dijo: Una luz que me dice que te gustaría compartir y dar a conocer.
Ese es el motivo que hace escribir al hombre. Poetas y escritores de todos los tiempos han hecho bellas obras al creer que estaban llenos de algo, que no querían para ellos solos. Si no que convencidos de su interés, lo abrieron al mundo, sacándolo de sus mentes.
Sin embargo y a pesar de los muchos escritores. Seguía. . Hay poca gente que lea. Compran y compran libros para adornar sus estanterías, y los almacenan como puro objeto de decoración, olvidando con facilidad, la riqueza, que encierra cualquier cosa que sale de otro ser.
Deberíamos tener tertulias, como la tienen los poetas y escritores, donde intercambian sus versos. Yo creo que así. Afirmaba con rotundidad: dejaríamos de ser de los pueblos que más libros tienen y menos lee.
Sentí, como la temperatura de mis manos subía en aquella fría mañana, llegando el fuego interior a colorear mis mejillas. Solo pensar en que alguien pudiera leer lo que escribía, ¡Me moriría de la vergüenza!. Sería como dejar que alguien entrara en mi mente o en mi alma. Era cierto que escribía, lo hice siempre, mis viejos cuadernos eran mis espejos y mejores amigos. En ellos era donde realmente me reflejaba. Escribiendo me mostraba tal cual era, sin reservas: mis fracasos, mis ilusiones, mis propósitos, mis sentimientos, o simplemente mis realidades expuestas en un papel eran mucho más efectivos que las visitas a los psiquiatras o al confesor. No era decir pienso así. . . Era decir: ”Esta soy”.
Este rubor y primeros sentimientos al pensar de verdad en escribir para alguien. Eran lógicos, pues a lo único que yo me atrevía; era a escribir para mi misma. Y confieso que me daba sentido de inmadurez hacerlo, por eso lo mantenía oculto. Es cierto que en mis propósitos de cada año nuevo, estaba escribir un libro, aunque no encontraba el tema. No podía desprenderme de mi historia, y esta no me parecía tan interesante como para contarla. Ósea no era eso lo que deseaba.
Realmente, no encontraba un tema que dominase y del cual quisiera escribir. Solo sentía un “cosquilleo mental”, como yo le llamo, a esas ideas fugaces pero impertinentes, que te cuestionan, sobre tu vida. Llevándote la mayoría de las veces a la insatisfacción por no ser capaz de plasmar o hacer realidad lo que bulle con tanta claridad en nuestro cerebro.

El encuentro de esta mañana, venía como regalo de Navidad para mi misma, por que ese vació del que hablaba, había empezado a llenarse, No era solo un deseo no hecho realidad sino que empezaba a estar segura de que sí, podría hacerlo y esa sensación de seguridad me excitaba más y más.
El tiempo había pasado volando y tenía que volver a casa. Sentí deseos de quedar con “mi anciano amigo”, para otro día. Pero no me atreví. Él pareciendo leer mis pensamientos me tranquilizó: -“No te preocupes, nos volveremos a ver. Escribe mientras tanto, por favor.

Con una sonrisa nos despedimos y me fui corriendo a casa. . . Allí me esperaban la limpieza y la cocina. ¿Por qué me gustaría tan poco cocinar?. Con lo bueno que me estaba comer. .
Aquel día siguió siendo distinto. No me podía olvidar aquel encuentro. Y un barullo de ideas se entremezclaban en mi cabeza. Haciéndome creer que iba a estallar, salir de mi misma y desparramarme por el universo que había soñado. ¡Había tantas cosas que yo quería decir!.
Caí en la cuenta de que me había estado mirando en un espejo. Yo estaba tan sola en mi mundo, como aquel extraño señor. Tal vez no era tan importante lo que me gustaría contar al mundo; Lo que de verdad anhelaba era tener tiempo de poder hablar con alguien de algo más que de pescadillas caras, suéter y telenovelas.

Me apetecía hablar de sentimientos, de pensamientos, de deseos e inquietudes que todos los hombres y mujeres tenemos dentro, conformando “nuestras verdades”. Que no dejamos salir quizás por respeto o al observar que las verdades de los demás están muy lejos de nuestro punto de vista. Al final, lo más cómodo el silencio. .

1.2 Recuerdos de porcelana

Una amiga no juzga, corrige con caridad.
Siempre se pone al teléfono, aunque esté haciendo la comida.
Con una amiga no te casas. . .
Por eso sabe comprender que no siempre estés disponible.
Una buena amiga, sigue siéndolo. . .
Aunque solo os veáis una vez al año cuando sale el arco iris.
Una amiga siempre es un tesoro, aunque permanezca escondido en el recuerdo


1.2 “ RECUERDOS DE PORCELANA”

Al pasar los días, seguía recordando a mi extraño amigo. Pasaron meses antes de volver a verle de nuevo. Mientras tanto, ya había vuelto a caer en la profundidad de una de las típicas recaídas que me acosaban desde hacía muchos años, sin demasiada justificación, pero que me hicieron una experta en levantarme de ellas, mejorando durante unos meses para recaer cada vez con más violencia. Este tiempo, de melancolía, de falta de conexión con el mundo que me rodeaba, (que hoy tiene una explicación medica), pero que en aquel momento desconocía, me exasperaba, y me hundía más y más en conflictos internos que no podía explicar, pero que influían en mi carácter y me vapuleaban haciéndome sentir culpable de ser distinta. .
Arropada siempre por mi familia, que solo deseaban verme sonreír, y especialmente por mi madre, que pasaba largas temporadas conmigo, cuidándome por ser su hija pequeña, aunque ya casada y con tres hijos.
Como las buenas madres, gran persona, chapada a la antigua, ha vivido sin cerrar el capitulo de la guerra de España. Las penalidades económicas de la posguerra, sus miedos a tanto libertinaje como veía en la actual sociedad, y la añoranza de un gran amor por el único hombre de su vida, con quien hablaba a solas, aunque hace ya mucho que partió de su lado, Con gran generosidad, se entregaba a la tarea de cuidar de mis hijos, cuando yo podía trabajar fuera de casa y siempre que se lo pedía.
Aquella tarde, sin descubrir el gran desasosiego que me inundaba, Y sin preguntar dónde iba, como siempre se alegro de que le dejara a los niños para que yo me escapase.
Comenzaba la primavera tímidamente, tras unos días de lluvias. Aquella tarde la temperatura era agradable, el Sol acariciaba mi rostro y una tenue brisa acompañaba a mis pasos en el caminar a ningún sitio. Estuve paseando mucho rato, atravesando calles que no conocía, cruzándome con mucha gente, a las que apenas miraba. Jóvenes a los que veía reír y hablar animosamente en torno a los bancos de las placitas. Otras la mayoría, andaban aprisa como yo. Metidos en sus pensamientos, sin apenas mirar a los lados.
Algunos niños jugaban en los pequeños jardincillos de una tranquila barriada de casas unifamiliares. Más adelante en una plaza circular con ladrillos y cerámicas sevillanas se levantaban elegantes unas farolas de hierro forjado y unos bancos a juego pintados de negro, que reposaban los recuerdos de un grupo de personas mayores, que aprovechando los últimos rayos de sol, de aquella hermosa tarde, comentaban las últimas noticias de los periódicos.
Pase junto a ellos despacio, fijándome en sus rostros serenos y recordé por un momento a un viejo amigo que conocí de forma casual en la Navidad pasada.
Continué en la misma dirección, hacia las afueras por una vieja carretera en desuso, sombreada por una fila de cipreses y otros árboles de troncos robustos, que hacían parpadear al sol en este paseo hacia no sabia donde.
Solo quería andar, huir sin saber bien de que. Quizás del ruido de coches y esos otros rumores que tienen las ciudades. Ruido de nada en concreto y de muchas cosas a la vez. Un ruido incesante de voces humanas, tubos de escape, músicas varias y motores que nos dice que allí se vive.
Sin pensar en nada, un vagar solamente, me alejaba de todo.
Miré el reloj solo eran las seis, unas nubecillas claras empezaban a teñir el lienzo del cielo de colores pasteles, que iban del celeste al violeta pasando por tonos rosados y grises claros, difíciles de plasmar por los hombres.
Me pareció que el mismo Dios se divirtiera con sus pinceles y acuarelas y de forma inexplicable a muchos kilómetros del mar, podía ver en el cielo la estampa de una puesta de sol en una playa.
El leve movimiento de las nubes dibujaban algo así como una cascada y un mar sereno. Por encima de ellas, los últimos rayos difuminaban luces doradas que hacían brillar la tarde. De soltera había vivido otras muchas puestas de sol; Mirando sucesiones de color, como aquella: cada día y a cada momento distintas. Mientras soñaba despierta (ausentándome de mi realidad presente) con lo que sería mi vida. Ahora estaba casi en la misma situación, solo que ya no era una adolescente.
Frente a mí, se elevo el viejo puente de hierro, donde daría por terminado mí camino....
Solo era un viejo pero majestuoso paso, sobre el rió Guadalquivir. Que recordaba con la herrumbre de sus arcos tiempos austeros, de una época lejana. Había oído relatar a mis mayores que el año que yo nací hubo una gran riada y el abandono en el que se encontraba, debió ser una de sus consecuencias.
El viejo puente había sufrido grandes daños y pronto levantaron a pocos kilómetros de él una nueva estructura mucho más ancha y moderna. Sin embargo aquellos hierros mohosos, con forma de media circunferencia a cada uno de los lados de la carretera, de una altura y magnitud considerablemente grande, me ofrecía una tranquila acogida en aquella tarde primaveral.
Parecía que estuviera allí esperándome hace muchas décadas.
Sin demasiado respeto por mi vida, me senté al borde, dejando colgar mis piernas, mientras apoyaba mi barbilla y mis brazos sobre una de las barandas.
Muchos metros por debajo, el agua corría mansa.
De vez en cuando algún pez provocaba círculos que se iban haciendo cada vez mayor hasta fundirse con otros. Así pase algún tiempo sin pensar. . . solo sintiendo aquella paz, con olor a eucalipto y flores silvestres que tapizaban las orillas de un verde intenso, de juncos y cañas que se mecían a un suave compás sin apenas moverse.
Poco a poco, empezaron a llegar los recuerdos, como si hubiesen venido corriendo tras de mí.
Como queriéndolos dejar pasar sin fijarme en ellos, busque en los bolsillos de mi gabardina la cajetilla de tabaco sin dejar de mirar el cielo; al que ahora lo veía bajo mis pies, reflejado a lo lejos en aquellas tranquilas aguas.
Lo olvide. ¡Mejor!, Debería dejar ya de fumar. Mientras el paisaje me absorbía, y me hacia sentir parte de él, mis músculos comenzaron a relajarse.
Los pensamientos iban y venían indecisos, tal que parecían no depender de mi voluntad....con la sensación de sentirse rechazados.
Las imágenes cada vez más sosegadas, me llevaron a un tiempo bastante lejano de mi presente: mis años de estudiante, mis primeros encuentros con el amor, mis grandes fracasos y las utópicas ilusiones de una joven en los años setenta.
A esa edad siempre soñamos que nos comeremos el mundo, después tenemos que ingeniárnoslas para no ser comidas por él.
Hacia tiempo que no me detenía a pensar....
El ajetreo de mi nueva vida: el eterno estar alerta con mis hijos pequeños, los quehaceres de mi casa y el resto de cargos, en los que me había comprometido con la sociedad; Habían anulado esa parte de mí, tan interesante en la que me hice mujer, junto a muchas personas que influyeron e intentaron educar mi ímpetu y desasosiego interno, no se si con mayor o menor acierto.
Como en un ataque de rebeldía, ante lo que creía que el mundo esperaba de mí; permanecía inmóvil, como parte de aquella rivera, soleada por los últimos rayos, que chocaban contra mis párpados que permanecían abiertos, cegándome por instantes.
Seguí divagando entre las escenas de mi pasado como si buscara algo en concreto. El recuerdo de mis amigas del internado se fue haciendo más nítido y me pareció volver a recorrer los inmensos pasillos de mármol blanco y la enorme escalera que separaba los dormitorios del estudio.
En sus fríos y relucientes escalones, me gustaba sentarme y tener largas conversaciones con Antonia. Entretenidas en discusiones sobre la existencia de Dios y la defensa de los filósofos griegos.
Ella, no dudaba de la existencia de un ser “principio o causa de todo lo creado”. Pero no entendía que ese Dios siendo tan inteligente, no hubiera caído en la cuenta de lo que el hombre podía hacer con sus dones preciados: ”la inteligencia y la libertad”.
Siempre tras sus exposiciones magistralmente explicadas, yo le llevaba la contra. Aun hoy, más de veinte años después cuando nos llamamos puntualmente no logramos ponernos de acuerdo en nada, pero eso no resta cariño, ni respeto entre nosotras.
Muchos recuerdos de días y noches compartidas con afanes e ilusiones que quizás aun ninguna de las dos conseguimos hacer realidad.
Aun puedo sentir, el frió... que recorría mi espalda, en las madrugadas, de invierno, con el ruido del viento en las contraventanas de madera oscura y el arrullo del follaje de los enormes árboles del viejo jardín de aquel antiguo colegio salesiano.
En los tiempos de primavera era distinto, al abrir las ventanas entraba el olor del azahar de la huerta de naranjos. Pero Noviembre se endulzaba con la promesa de una queimada gallega, (que nunca llegue a probar) Promesa de mi madrina Azucena, que nos metía el miedo en el cuerpo recordando las historias de “meigas” de su tierra. Con una morriña, que nos daba envidia, a las desarraigadas como yo.
Azucena y alguna otra de nuestras 25 compañeras gallegas, lo intentaban, con tal firmeza, que yo recuerdo imaginar los harapos con que suponía irían vestidas las viejas brujas gallegas, que bailaban en torno a fogones y calderos en medio del bosque frondoso y húmedo de aquella tierra, que me hicieron querer, sin haberla visto.
Pronto las nostalgias de nuestros hogares dispersos por toda la geografía española, desaparecía para reír con ésta y Teresina una catalana que hablaban mientras dormían y cada una lo hacia en su dialecto, hoy lenguas oficiales.
Por las tardes, después de merendar un pequeño grupo paseábamos por los pasillos asfaltados de albero del jardín y rezábamos el Rosario en la placita bajo el Tilo. Una pequeña imagen de la Virgen del Roció guardaba el jardín y recibía las florecillas que las alumnas dejaban a su lado, mientras paseaban por él.
Otras veces subíamos al viejo salón de actos, en el que aun quedaban las viejas cajoneras, que cubrían completamente una de las paredes y en las que mirábamos con curiosidad haciendo cábalas sobre los primeros residentes: Unos frailes de no recuerdo que orden que construyeron y habitaron aquella gran casona del siglo XVIII, en el que ahora estudiábamos nosotras.
Última foto, que me envió Noni de nuestro antiguo colegio.
Se ve que alguien limpio antes de que llegáramos pues nunca a pesar nuestro, encontramos cosa de interés. A excepción de enormes velos de araña, que acunaban en su difícil postura a las bandadas de murciélagos que salían revoloteando apenas llegábamos con nuestras risas.

Por las noches cuando según el horario de las profesoras deberíamos apagar luces; un pequeño grupo salía sigilosamente al cuarto más retirado de la profesora de guardia. Nuestro cuartel de tertulias piratas.
La faena del día era sagrada y casi siempre irrepetible. A mediados del curso; teníamos al consejo escolar, haciendo horas extras para velar por el dulce sueño del resto del alumnado unas 200 chicas entre 14 y 20 años.
Siempre eran cosas divertidas, petacas, pijamas cosidos objetos u animalitos del jardín entre las sabanas, bigotes de betún, cubos sorpresa de agua helada sobre puertas entreabiertas, y un largo etc.
De vez en cuando, también nos tocaba recibirlas y otras pura justicia del destino, pagamos con creces nuestras brillantes ideas.
Por ejemplo una ocasión en que Leonor que tenía mucha facilidad para la risa jocosa y era bastante despistada, quito durante el día el somier de la litera de arriba volviendo a colocar colchón, sabanas y mantas en la misma posición, de tal suerte que fue un día apretado de preparación de exámenes, y turno de comedor, que la dejo agotada. Y yéndose a acostar pronto, sin recordar lo que había hecho a primera hora del día, a pesar de caerle justo encima.
Alfonsina, tardo en venir, pero llego antes de apagar las luces, entra alocada como siempre y saltó sobre su litera, sin darnos tiempo a reaccionar, a Guadalupe y a mí, que también habíamos olvidado la broma de ese día.
De pronto 80 kilos de “maña” volaban por los aires sobre la cama de Leonor, quien del susto se nos quedó casi sin respiración. Y al reaccionar solo decía: “mala cabeza, mala cabeza la mía”.
Estos recuerdos me volvieron a hacer sonreír, a pesar de la nostalgia que me había llevado hasta ellos. Fue este tiempo, uno de los mejores de mi vida. Un tiempo rico en maduración, y en experiencias que de alguna forma marcaron mi forma de ser y de tomar la vida.
Una oleada de aire frió recorrió mi espalda y me hizo desconectar de aquella evocación.
Con los ojos húmedos y una sonrisa amarga en los labios, una pregunta en mi interior acelera la cascada de lagrimas contenidas:
¿Dónde fueron todas mis amigas?....
¿Por qué ahora me sentía tan sola?.
Sin querer dar más tiempo a este escucharme, recordando únicamente los propósitos de aquel joven grupo de chicas, del que había formado parte, me incorporé y ceñí la gabardina a mi cintura dispuesta a coger de nuevo las riendas, a volver a luchar por sacar lo mejor de mis circunstancias.
Volví a mirar el sitio, donde inconscientemente quizás buscaba huir de todo y del que me rescato, el recuerdo de tanta gente estupenda que había conocido en mi vida y que no me perdonarían haber tirado la toalla, hasta el final del partido y para eso todavía faltaba.
La escapada de esta tarde había sustituido a un Valium, medía cajetilla de nicotina y cinco tazas de café, ¡Buen record!, pensé; Tengo que volver por aquí.
Sé que aun a más de mil kilómetros como solíamos cantar en una canción de esa época y que fue la música y el estribillo con el que nos despedimos, probablemente para siempre aquel pequeño grupo de chicas de toda España, mis amigas me habían salvado la vida.
Su recuerdo, después de tantos años, me enriquece y me hace que lo aprecie. Si se pudiera materializar el sentimiento de la verdadera amistad yo le daría la textura y el valor de una porcelana fina, imperecedera.
El revivir aquellas escenas olvidadas en no se que rincón de mi alma, me había despertado de nuevo a la ilusión de luchar, de seguir.
Sí, seguiría..... Aunque a veces pareciera que nada tenía sentido.
También esos recuerdos me hicieron emprender la búsqueda de una de ellas Fuencisla Rueda Rodríguez: una segoviana, de ojos verdes, rasgados, y pelo corto, (la directora del centro, durante mi promoción).
Fuen sabia mezclarse con el alumnado, salía de paseo a veces, con las mayores y era la primera que conocía a nuestros pretendientes, era un poco como la hermana mayor de todas. Y era junto con Conchita Rodríguez y Lola Castaño, las monitoras que solían escaparse también fuera de hora al cuarto de las tertulias piratas, que os mencionaba antes.
Es todo tan especial cuando se es joven, se vive todo con tal intensidad que pareciera que en cada acto nos va la vida.
La experiencia, la madurez, te enseñan la paciencia. Y aun cuando los días y los años corren más cuando eres mayor, te das cuenta que todo es un poco relativo, que de todo puedes rectificar y tomar lección.
Que hay tiempo para todo, hasta para recomenzar, una y mil veces.

1.3-Adios al pasado

1.3. “ADIOS AL PASADO”

Ha pasado mucho tiempo ya de todas esas vivencias.
Mi presente me absorbe completamente. He ido tomando conciencia de que los años no pasan en balde. Y he descubierto el valor de las experiencias, que nunca pasan sin dejar huella.
He conocido nuevas personas que me han ayudado a crecer y a compartir muchas cosas, muchos sentimientos, muchas historias que me hacen ahora ser más objetiva, y un poco menos impulsiva.
Pero sigo mirando la vida con expectación. Como si cada día fuera el primero y el último.
Observando mi transición y la vida de los que me rodean como una maravilla, que se me regala, y de la que solo me interesa sacar lo mejor.
Paso de rencillas y de preocupaciones que rara vez duran más allá de la reflexión. En la que siempre busco lo positivo, y si la circunstancia es grave, me amparo en la brevedad de esta vida.
Por grave que sea un asunto, no durará más de cien años, y yo no pienso vivir tanto. Así que para que sacar ninguna preocupación de contexto.
Sin la obsesión, se encuentran antes soluciones a todos los problemas. Así que procuro pasar la mano a los defectos que veo en los demás.... con los míos.... lo llevo peor.
A pesar de que algo de verdad hay en este capitulo, no pretendía hacer una autobiografía.
Sabiendo que este modo de sentir es el que he observado en otras muchas mujeres, que casadas muy jovencitas, Se les hace a veces difícil vivir con serenidad pendientes únicamente de sus parejas y de sus hijos. Algo dentro de ellas sigue creciendo, la necesidad de sentirse realizadas.
Este termino: “Realizadas”, “necesidad de realizarse”, y otras frases semejantes, nos llegaron con todas las movidas a favor de la mujer.
Unas con más suerte que otras. Pero son frases de nuestro tiempo. Nunca se las oí a mi madre, y por supuesto mi abuela, nunca las pronuncio. En la mayoría de las familias de todos los tiempos, la mujer ha ocupado un papel importantísimo: como compañera, como madre y como personal de servicio del hogar. Sin plantearse, si podía llegar a más.
Yo me atrevería a decir que feliz desde su rol de mujer.
Las excepciones que confirman la regla, serían las que se salían un poco de este papel.
La madre, estaba en casa y ayudaba a su familia, no ganando más, sino administrando mejor los recursos. Ajenas en la mayoría de los casos al progreso científico y tecnológico, preocupada más en el bienestar de los demás que de su propia historia.
La mujer de nuestros días, tiene más ayudas para realizar su trabajo de ama de casa. Los avances y la moderna tecnología de nuestros electrodomésticos, regalan más horas a la mujer para dedicarse a otras cosas: a un trabajo profesional fuera de casa, a su propio crecimiento como personas, a su cuidado personal.
Y según va conociendo que puede llegar a más, no parece sentirse más feliz. Antes bien entramos en el juego del consumismo, y hemos vuelto también más egoísta. Demandamos de los que la rodean nuestros derechos: nuestra libertad, nuestro descanso, la cooperación en las tareas del hogar.
Sin embargo, aun no se realmente que tiempo es mejor, pues ni todo es blanco ni todo negro. Cada cual vive sus circunstancias como Dios le da a entender, y los demás le dejan.
Lo que sí es cierto, es que nos complicamos demasiado la vida, buscando la felicidad o un bienestar que la mayoría de las veces es tan fugaz como unas vacaciones de verano.
Tengo la impresión de que “La felicidad” no esta la mayoría de las veces, en aquellas metas que nos proponemos. Si no en sacar lo bueno de cada experiencia: sencilla o extraordinaria, que nos toque vivir.
Mi vida es sencilla, no tengo demasiadas necesidades, quizás sea ese el motivo por el que tengo tiempo de observar lo que ocurre en mi alrededor. Y es a esto a lo que te invito, a que miremos en nuestro entorno, Saliendo un poco de nosotros mismos.
Fuera de nosotros la vida tiene otros muchos matices que pueden ayudarnos a ser felices, compartiendo las vivencias de los demás. Sin dar demasiadas vueltas a nuestro pasado, pues eso nos impide disfrutar del presente. Sin sufrir, por un mañana que no podemos asegurar, luego para que perder tiempo.
Sin lugar a dudas, lo más importante, lo que más vale es lo que hay a nuestro alrededor. Las personas con las que convivimos.
A nuestro alrededor puede haber gente muy interesante, que pueden enseñarnos mucho. Pero para conocerlas hay que poder separar la mirada de nuestra barriga.
Del pasado solo coger el aprendizaje. Pero para nada perder nuestro tiempo, creyendo que cualquier tiempo pasado fue mejor. El mejor tiempo es este, Hoy, por que es el que tengo para vivir.

2. LA MATERNIDAD

CAPITULO 2 “ LA MATERNIDAD “

2.1 DERECHO A LA MATERNIDAD

2.2 PREÑADA DE UNA IDEA.

2.3 LAS ANAS DEL SIGLO XXI.

2.4 UNA NIÑA LLAMADA BEGOÑA.

2.5 SOBREVIVIR A LOS HIJOS.

2.6. LA SUERTE DE TENER A UNA MADRE CON DISCAPACIDAD.

2.1. tengo derecho a la maternidad.

2.1. “ TENGO DERECHO A LA MATERNIDAD “.
Paternidad y maternidad son dones gratuito que nos vienen de Dios y que llega a nuestras vidas y a nuestros corazones al permanecer abiertos a la vida, generosos en el uso del matrimonio.
En las civilizaciones antiguas, el honor estaba en el numero de hijos que engendraban. Considerándose estos como la heredad prometida a su justicia. Hoy en cambio, la maternidad, fuera de toda lógica, se rige por intereses políticos y consumistas.
Por experiencia, afirmo: que si nos salimos de la moda, casi tenemos que pedir perdón a la sociedad. Dos, tres hijos a lo más y la mayoría de los terceros son por error del método. ¡Pobres hijos, cuando se enteren que no vinieron por amor, si no por error!.
Los matrimonios que superamos ese numero. Somos victimas de las bromas de los compañeros de trabajo, vecinos y otros familiares. “Ya he cumplido”. Es una de las razones que se dan en la calle a la falta de generosidad.
Mientras el trabajo remunerado de la mujer en la calle, la obliga por responsabilidad a controlar también ese numero de hijos. Que probablemente nacieran sí, se valorará o estudiara algún tipo de ayuda y flexibilidad en los horarios para mujeres con hijos pequeños.
La mujer ha demostrado con creces su capacidad para desempeñar cualquier profesión o labor con la misma dignidad y calidad de los varones. La maternidad es un don para la pareja, pero que por naturaleza o por que no sabemos hacerlo de otra forma necesita mayor dedicación de la mujer.
¿No son estas cuestiones importantes, como para que los que dirigen los gobiernos de los pueblos se lo empiecen ya a plantear?.
Los que gobiernan, los sindicatos, y asociaciones de mujeres: ¿No deberían ya darse cuenta de que la igualdad es injusta en muchas ocasiones?.
Es verdad también, que no es solo a nivel de empresas que se sufre las consecuencias de esta sobrecarga para la mujer.
Es el conjunto de la sociedad, quien nos exige un ritmo de competitividad que lleva a muchas mujeres a una calidad de vida pésima. A una insatisfacción personal y a un grado de strees que repercute muy directamente, en su entorno: tanto familiar, social como laboral. Y no pocas veces en su salud y bienestar real.
Reconozco por la parte que me corresponde, por que soy una mujer de mi tiempo, con un trabajo profesional, duro físicamente para mi naturaleza femenina. que me aporta por el contrario muchos bienes, mucha satisfacción y un sueldo que además necesito para ayudar a mi familia numerosa.
Pero esa objetividad, no me resta luces, para comprender que me estoy exigiendo más de la cuenta al igual que mis compañeras de trabajo, y el resto de mujeres que ejercen una profesión fuera del hogar.
Una mayoría aplastante de mujeres, llevan hoy día sus hogares, y realizan un trabajo remunerado fuera de su hogar.
Ni sus logros profesionales, ni económicos les hace sentirse menos responsables de la organización de su propio hogar y de la educación de sus hijos.
En la que a veces por muy buen marido que tenga, su horario aun quizás más apretado que el nuestro, no le permite atender al menos en tiempo dedicado. Que no digo yo en calidad.
Tengo muy clara la importancia de la figura paterna en una familia, Una figure que atienda a estos menesteres tan necesarios para seguir construyendo la sociedad.
Tanto para los hijos como para la esposa. El hombre tiene su lugar y su no menos importancia. Ya que ambos se han de unir complementariamente y desde un reparto justo de funciones, para conseguir un hogar feliz.
Las excepciones se pueden dar en ambos sentidos también, hay hombres, que no solo no cumplen con sus funciones de padre y esposo sino que además se permiten amargar la vida a las mujeres con las que contrajeron un matrimonio.
Pero también hay muchas mujeres que al no cumplir bien sus obligaciones de esposa y madre, pueden igualmente amargar la vida de los que le rodean.
Como decimos la incorporación de pleno derecho de la mujer al mundo laboral, resta horas e impide o hace no deseable el desempeñar las funciones de ama de casa y madre cuidadora, como toda la vida, ya que sus actividades profesionales, llenan sus inquietudes de realización en el ámbito laboral.
Por otro lado políticas soterradas de la sociedad inducen a disminuir el numero de hijos aun no ejerciendo ningún trabajo profesional fuera de casa.
Desde el mismo momento en que las edificaciones como viviendas estándar, proliferan en barrios obreros y en las modernas urbanizaciones para vivir son conejeras. Con un numero determinado de metros y habitaciones, que ya de por sí plantean un problema objetivo, que es condicionante para las parejas a la hora de decidir el numero de hijos que podría sostener con dignidad.
Las modas, conducidas por los medios de comunicación y costeadas por grandes empresas, generan la idea de que la felicidad y el progreso esta en dos hijos.
De forma que de unos años acá, tenemos un tipo de familia concreta que facilita el planning de trabajo de multinacionales, pues conocen bien a quien ha de ir dirigido su producción. Ya que ellas mismas han colaborado en “crear” sus necesidades a la hora de elegir, a trabes de la publicidad. Muchas veces engañosa.
Y por fin las estadísticas denuncian, el error de planificación cometido y descubrimos a los mismos medios de comunicación que nos han educado para controlar la natalidad por diversas razones. Repitiendo cada cierto tiempo que España, se nos queda vieja.
Para el dos mil veinte según los estudios que se hacen a trabes de distintos ministerios el numero de personas mayores de sesenta años será de tres por cada persona en edad laboral e igual seguramente que el numero de menores de catorce años.
Con las consecuencias que esto acarrea y que entre otras podremos citar la dificultad para sostener dichas pensiones, así como que la productividad española necesita suplirse por personas de otros países. Con lo que precisamos con urgencia nuevas políticas de readaptación para el futuro sostenimiento de nuestro país.
No pretendo con este comentario puntual criticar la gestión administrativa llevada a cabo por nuestros gobiernos, pues realmente son cosas que se escapan incluso de su buena voluntad, por hacerlo lo mejor posible, que es en lo que la mayoría de los ciudadanos confiamos.
Esta reflexión nos puede hacer caer en la cuenta de que realmente el hombre vive ajeno a su propia condición de hijo de Dios y se deja manipular en cosas tan importantes, que deberían tener mejor orientación y no puramente los deseos de algunos pocos, que por su poder económico se permiten influir en los ciudadanos, a trabes de sus publicidades engañosas y con una dirección muy concreta que perjudica la noción de familia, más elemental.
La búsqueda del placer, de la comodidad, la ley de los mínimos esfuerzos y otras constantes hacen que un gran sector de la población vivan contra su propia naturaleza.
Controlando los frutos de sus matrimonios, que en realidad les produce un desgaste importante en su dignidad de personas. El ente “familia natural”, está siendo sustituida por familias monoparentales u otros cócteles aun más complicados, de los que aun por su reciente instauración no podemos conocer resultados. . . ¡El tiempo lo dirá!.
Ajenas a todos esas políticas o pensamientos, la mujer de todos los tiempos sigue teniendo un papel inigualable en la sociedad, sigue, seguimos siendo: las compañeras, las madres, hijas, hermanas y amigas de los hombres que nos acompañan en este caminar por la vida.
Antes de introducirme en este capitulo, quiero decirles a los varones que pudieran leer este libro y que me gustaría además que lo hicieran, que no me olvido de sus sentimientos, ni sus actuaciones, compañía y responsabilidades que compartimos en este mundo de los hijos, o en los más diversos campos profesionales, donde han tenido que irnos haciendo sitio ante la pujanza de nuestra demanda de igualdad. Merecida además, y quizás se me pueda interpretar erróneamente al centrarme en la mujer como protagonista de todas estas historias.
No es casual, que este libro esta impregnado de toda esa sensibilidad, que rodea el hecho de ser mujer. No me cuesta ningún esfuerzo ponerme en la piel de las protagonistas.
Antes bien me siento identificada de forma natural por mi condición de mujer y madre con todas ellas.
Os aseguro que he aprendido mucho, en este año, por las vivencias en las que me he visto envuelta de alguna forma. A excepción de la última historia, que recojo en el presente libro. El resto, son parte de la rutina de mi vida, son parte de la experiencia vivida o compartida en mi quehacer diario.
Como ya en el prologo quise dar a entender, no he andado rebuscando un material extraordinario, sino que son experiencias que se viven al paso; Como se respira o se sonríe. Y me siento afortunada por haberlas conocido de primera mano.

2.2 Preñada de una idea

2.2. - PREÑADA DE UNA IDEA.
7 de Enero del 2002.
Han pasado muchos años ya, de todas estas vivencias, que recordaba en el capitulo anterior. Mi vida esta mucho más centrada.
Reconozco que ahora, sí veo, que me voy haciendo mayor. Que he entrado en esa tercera fase de la vida, mucho más práctica y atractiva, donde todo se ve con más serenidad, y se paladea el fruto de todas las vivencias.
Cada día sin embargo sigue trayéndonos sorpresas: Nuevas experiencias, nuevos amigos, nuevas responsabilidades.
Aunque hoy quizás al empezar a escribir, recorra mi cuerpo ese antiguo sentimiento de viveza intima, donde me es difícil, dejar entrar a nadie. Y como en una simple evocación, sigo percibiendo esas sensaciones naturales en mi ser, de que hay algo mágico, especial, trascendente en todas las cosas que nos rodean.
Tengo un firme convencimiento de que nada, es por que sí. Todo es para nuestro bien, y aunque suene a poesía barata de filosofía oriental, solo basta mirar dentro de nosotros y mirar a los lados, cada circunstancia, cada experiencia, cada persona que conocemos, tiene en sí una riqueza para nosotros, algo que comunicar, algo de lo que podemos aprender.
A veces ni ella misma sé de cuenta, por que también nosotros desprendemos, ese algo para ellas, aunque no lo notemos.
Ninguno, ni siquiera aquellos seres que voluntariamente se apartan del mundo les son indiferentes al mundo. Porque somos como una especie de familia numerosísima, donde todos también en nuestra peculiaridad nos parecemos unos a otros.
Las experiencias de los hombres, suelen repetirse, como se repiten los ciclos biológicos del nacimiento, el crecimiento y la muerte. Que es igual para todos.
Tengo sin embargo una rara sensación, que me impide compartir mis cosas con los demás, aunque quisiera ser igual, algo es distinto y ese algo esta muy dentro de mí.
Por más que quiero ser abierta, me canso enseguida de estar acompañada, y encuentro confort y consuelo en mis ratos de soledad.
Mi soledad, no es un estado triste, que me aísle del mundo, sino otra forma distinta de vivencia.... Mi soledad esta llena de acontecimientos, de pensamientos y de emociones que no puedo compartir, por que no hay receptor interesado, en mis propuestas.
Ando con prisa, como si tuviera que terminar algo, con fecha de entrega, sin acertar muy bien, que es lo que deseo realmente. .
Algo está pasando en torno a mí, que me hace sentir una esperanza y una sensación que me parece haber vivido antes.
Yo diría que “se me esta poniendo cuerpo de madre“.
No tengo razones biológicas que lo justifiquen, pero me siento como preparándome para dar fruto. Algo dentro de mí empuja a recordar a Sara la mujer de Abraham. A Isabel la esposa de Zacarías. Como si fuera de toda esperanza algo nuevo fuera a germinar. Fuera de toda necesidad o conveniencia, algo o alguien viniera a mi encuentro.
No me asusta... sino que me anima a un vivir más intenso de cuanto me toca; Siento que el estar viviendo es como una especie de viaje, en el que cada día, encuentro nuevos paisajes, nuevos sentimientos, nuevas perspectivas, nuevos enfoques de una misma cosa
Me gusta mi mundo, porque en él, no hay que coger medio de locomoción para ir de un lado a otro. Suelo sacar partido de cualquier momento, cualquier palabra, cualquier acontecimiento renueva mis esperanzas y me hace soñar con aquellas cosas que me apetecería hacer, sin saber cuando... ni como, pues no ando sobrada de nada.
Mis sueños son: Ver Roma o ir a Galicia, volver a Fátima, donde hace unos años en los que mi partida hacia el gran misterio parecía aproximarse con pasos de gigante e hizo que regara mi breve estancia en Cova do Iria de lagrimas y rezos llenos de un dulce pesar y de un gran agradecimiento por haber saboreado, tantos momentos vividos en lo que me parecía mi corta vida.
Como si no necesitará para ser feliz, ninguna cosa material porque son los sentimientos, los apegos, y los fracasos los que van marcando mí mundo interior, con huellas, que permanecen a lo largo de los años. Y que se sufren o disfrutan indistintamente del sofá donde te sientes o de la marca del coche que uses.
Se aprende de lo que se vive, y se vive con el corazón y con la mente, órganos que la voluntad humana, aun no ha aprendido a dominar.
Esa es la grandeza del aprendizaje: saber que solo cuando cerremos los ojos definitivamente es cuando termina ese periodo. Mientras tanto hemos de permanecer, expectantes, con ojos grandes como recién nacido que degusta cada nueva experiencia como el más interesante de los juegos.
Creo que no es nada especial esto que digo, basta con observar a los niños. Es alucinante verlos crecer cada día y me da la sensación de ser más joven por ellos, por que sigo haciéndome niña cada día para ir a su paso, para comprenderlos y aprender de ellos.
Los niños son un gran regalo y aunque nos dan mucho trabajo y hacen que “dependamos de ellos”, mientras son pequeños, son lo más grande que puede haber en la vida; de la mujer al menos.
De pronto un día, te das cuenta que tu cuerpo esta ocupado por alguien que no eres tu misma: molestias, cambios físicos, y al final de un periodo que se hace corto por la esperanza de ver la cara del ser que llevas dentro, llega por fin la criatura más perfecta, nunca antes contemplada.
Cada criatura que nace es un ser único, que viene a llenar de ternura nuestro hogar. Los olores nuevos traen la frescura de la vida. Sus pequeños cuerpecitos nos invitan a observarlos, con asombro.
¡Cuanta perfección, en todo sus contornos!.¡Cuanta inocencia en su mirada!.¡Cuanta necesidad de ser protegido, cuidado y querido!.
Yo he tenido cinco hijos y nunca he podido descifrar el misterio de la vida. No me siento creadora de nada, no tuve la intención de que nacieran, vinieron a mí, no sé de donde. Pues aunque científicamente conozca el proceso biológico y pueda entender el proceso del desarrollo de las células, no veo en la maternidad un acto de propia voluntad. Sino una regalo maravilloso de alguien que me debe amar mucho para dejarme gustar esta fantástica experiencia, de “ser madre”.
Esa es la sensación que hoy recorre mi cuerpo...
Sin tener que hacer un gran esfuerzo revivo en mi mente cada embarazo con sus incógnitas, sus pruebas y sus emociones, compartidas con el resto de los habitantes del hogar.
Para cada uno a su manera, el acontecimiento, marco también sus vidas. Para mi marido, la preocupación por el sustento, mi salud y la del bebe. Para los niños según la edad que le pillase, la sorpresa de tener una mama embarazada: los príncipes destronados para el más pequeño, el muñeco que llora y ríe de verdad para los medianos y la responsabilidad compartida para los mayores.
Cada parto nos traía su sorpresa. Pues en mi familia se cumplió a rajatabla lo de “cada niño trae un pan bajo el brazo”. Y cada uno eligió el tipo de pan, que más necesitábamos en ese momento.
No quisiera alargarme en esta pueril descripción, de los regalos que nuestros hijos nos hicieron al nacer, pues podría parecer presunción. Solo te diré que cada hijo supuso un cambio importante para nuestra familia.

2.3 Las Anas del Siglo XXI

2.3 LAS ANAS DEL SIGLO XXI
8 de Febrero del 2002
Hago un recuerdo especial en el nacimiento de Ana,
nuestra pequeña, que hoy cumple tres años.
Celebro este día en mi corazón con gozo y agradecimiento porque está con nosotros y no entró en el numero alarmante de abortos autorizados por la ley basados en la prevención de riesgos y supuesta salud mental de la madre.
Muchos de vosotros, quizás no entendáis que estoy hablando, por eso os contaré la historia de Ana:
Sin aparente justificación, hace unos años, empecé a adelgazar y a sentirme mal con mucha frecuencia, hasta el punto de pesar menos de 48 kilos, habiendo estado mi peso entre 64 y 68 kilos generalmente.
Acudía al medico con frecuencia, pero no podía explicarle que me pasaba: comía muchísimo, tenía frecuentes y bruscos cambios de humor sin motivo y pasaba el día del sofá a la cama, sin casi poderme mover.
Mi medico ante estos síntomas, escribía en mi historia clínica: - diagnostico: depresión. - tratamiento: antidepresivo.
Me perdonaras no te diga el nombre, porque yo, tiraba las recetas sin sacar los fármacos de la farmacia.
Cosa que a mi me valió, pero que no lo aconsejo pues era una imprudencia temeraria por mi parte. El mal animo me duraba varias estaciones seguidas, con intervalo de algún día de sol, en el que con muy buena fe, me sostenía erguida varias horas y me auto convencía de que iba ha hacer muchas cosas, de que el malestar pasaría.
Pero cada recaída era peor, hasta que viendo que mi deterioro se agudizaba. Nos pusimos en manos de especialistas.
Os lo podéis imaginar... Me toco un doctor joven, pero muy cualificado, con muchas ganas de estudiarme, porque me hizo todas las pruebas que había estudiado. Algunas yo creo que por simple curiosidad y otras que surgían por proctólogo al ir hallando patologías diversas, que no te cuento, porque dieron negativo, al final, (a Dios gracias), por que si no, hoy no lo cuento.
Aunque me mantuvieron amenazada de un futuro incierto y muy cercano. Mi apariencia era la típica de los que ya han sacado el billete y preparan la maleta para el viaje sin retorno.
En todo ese proceso de estudio, ya contabilizaba dos faltas, con lo cual: mi menstruación se había asustado de tantas pruebas o como me temía me había vuelto a quedar embarazada.
Mi joven doctor tenía la obligación de prevenirme contra la altísima probabilidad de que el hijo que esperaba, trajese algún problema añadido a causa de la frecuencia radiológica a la que había sido sometida y al estado de desnutrición en el que yo a estas alturas me encontraba.
Con la angustia normal de padres de un ser que puede llegar a este mundo ya con un grado de enfermedad o minusvalía avisada, seguimos pidiendo consejo a otros especialistas.
Uno y otro, hasta seis médicos (todos ellos con gran prestigio profesional) me aconsejaron abortar. Incluso después de las semanas permitidas por ley y con el consuelo, de que no era un caso aislado.
En ese mismo año se practicaron más de ocho mil abortos, amparados en los supuestos permitidos por la ley. De los que sobre seis mil, la causa de autorización para abortar se basaba en el riesgo de que la madre padeciera depresiones después del parto.
Todo este tema, además, lo sacamos en conversaciones con los amigos y personas allegadas. Fueron tertulias interesantes, en los que en más de una ocasión tuve que oír cosas como:
-“No te das cuenta de que estáis muy bien y que vas a traer una ruina a tu casa, pudiendo quitarte el problema ahora”.
-“Eres una egoísta y por sacar éste hijo adelante, vas a arruinar la vida de los otros cuatro “.
Mi marido y yo, no pensábamos lo mismo. Éramos personas que creíamos en un Dios, que además era Padre. Y confiábamos en que si nuestra hija venia y tenia la desgracia de enfermar; Él nos daría los medios y las gracias que necesitáramos para soportarlo y sacarla adelante.
Yo creo que a quien más le afecto todo este tema fue a mi hijo mayor, pues ante lo que oía, el adolescente, se cuestionaba realmente si debía o no abortar.
Yo lo veía preocupado pues no terminaba de definirse si estaba a favor o en contra del aborto. A mí me hubiese gustado encontrar otros ejemplos para hacerle entender nuestra postura, pero solo se me ocurrió este:
–“Un día tú, vas al parque con un amigo en su moto y tienes un accidente“. Te puedes imaginar, que los efectos de ese accidente son leves o también puedes imaginar que té quedas en coma, o parapléjico. Dime:
¿Que debería hacer contigo?, ¿Debería matarte yo, para no sufrir viéndote o para que no sufrieras tú?.
Quedó en silencio mucho rato dándole vueltas, y por fin dijo:
-¡No!; No me gustaría. Creo que no debes abortar. ¡Ya lo sacaremos entre todos!.
Meses más tarde teniendo en casa, a una niña preciosa, completamente sana, inteligente alegre y feliz le volví a preguntar:
-¿Te das cuenta del crimen tan horrible que hubiésemos cometido, si no le damos la oportunidad a Ana de nacer?.
Asintió con una sonrisa y miro con agradecimiento a su hermana pequeña por haber nacido.
Esta es la historia de Ana. Contada así, parece un cuento, pero esa es la realidad de hoy día. Miles de madres, sin una formación adecuada, y sin unos convencimientos de fe. Sin el apoyo de su familia, y con los problemas añadidos que conlleva cada existencia, cada familia.
Están prohibiendo a sus Anas que nazcan.
Y lo que es más grave, muchas veces, engañadas, o con una verdad a medias..ocultando seguramente otras opciones para salvar la vida de un ser humano.
De este tema lo que menos entiendo es que seguramente pronto, las leyes de nuestro país, condenara o castigara de alguna forma a quienes abandonen un perrillo o maltraten a un animal.....¡los hombres somos así de sensibles!
Nuestra lengua, al ser tan rica en matices, según que sinónimo escojas para definir un termino puede parecer más suave, escandalizar menos y podemos darle la vuelta a las palabras que por lo visto es lo que saben hacer los políticos que promueven o defienden las leyes anti-personas.
Pero me temo que ante el juicio de Dios, no va ha haber tanta palabrería, cada hecho tiene un nombre, y el nombre del aborto es crimen.
Se podría hacer el mismo duro juicio que a los doce responsables de muertes violentas de sus propios hijos que van ya en este año, y que es el mayor escándalo para una sociedad.
Así como los numerosos casos de abandonos de bebes en contenedores de basura. Noticias, que al verlas en las pantallas de los televisores , o en la prensa, nos ponen piel de gallina,
Actos todos incomprensible dentro de una cabeza sana. Luego mi excusa es que alguna nueva enfermedad nos esta atacando, pues ni siquiera en el reino animal irracional hay especies que maten a sus propias crías.
Antes de seguir hablando de este tema, que quizás por que viví en propia carne, la tentación de eliminar de mi historia a una persona tan importante como es nuestra pequeña Ana.
Siento que ese echo me autoriza moralmente a dar mi opinión libremente. Quisiera hacer un paréntesis, para aclarar una cosa que a una de mis amigas no le termina de convencer.
Su argumento es que en los días en que vivimos no se puede decir esto, por respeto a las miles de mujeres que han abortado por una u otra circunstancia y a las cuales yo no tengo derecho a hacer sentir culpables por sus actos.
Mi intención no es acusar a nadie y además puedo comprender que la vida y las decisiones de cada persona tienen un complejo mundo de condicionantes que a veces nos ciegan y podemos no decidir lo mejor.
Realmente, no puedo ni deseo acusar a nadie, a Dios gracias no me toca a mí, esta labor, y desde luego desde un punto de vista cristiano ante un daño de esta índole también ha de haber el deseo de perdonar y ayudar a quien busca este consuelo.
Pero sí, que es un hecho real, que esta pasando en nuestros días y ante el cual tenemos todo el derecho a dar nuestra opinión al menos, nuestra postura, que naturalmente también puede ser una ayuda para personas que todavía duden y que solo vean la parte negativa de los problemas, sin encontrar más opción.
Levantarnos de nuestros errores, y nuestros horrores, son uno de los dones a los que tenemos derecho.
Y son muchos los casos en los que el arrepentimiento del mal cometido, fortalece el espíritu, para ayudar a otros a que no pasen por los mismos calvarios.
Y si en algún momento tú que lees esto o estas en ese riesgo o conoces a alguien en esas circunstancias, me gustaría decirte que no desesperes, que no te rindas, nunca esta todo perdido. Muchas veces la ayuda tal vez esté fuera de nuestro habitual entorno. Pero hay que consumir todas las alternativas.
Defender la vida de ese ser, que es un gran regalo que Dios te hace. viene para tu bien, aunque ahora no puedas entenderlo.
Hoy día gracias a Dios hay otras muchas alternativas.

2.4. Una niña llamada Julia.

15 de febrero del 2002.
Retomando el tema del feliz nacimiento de mi hija Ana, tenemos que decir que probablemente fue, una excepción. Muchas veces, la ciencia acierta en sus pronósticos alarmistas y otras veces, las dificultades aparecen sin avisar.
Hace unos días, alguien me hizo una corrección de la que aprendí una gran lección: ”antes de juzgar, pedirle prestadas sus zapatillas de diario”.
Estábamos en una entretenida tertulia de madres del colegio de mi hija. El tema sobre el que discutíamos era la necesidad de que las madres hiciéramos algo por seguir formándonos nosotras para poder educar mejor a nuestros hijos.
De entre todas las asistentes, había una señora, con cara aniñada y cuerpo menudo, agradable en el trato y una expresión, que no sabia explicarme en el profundo mar verde de sus ojos. (cansancio, quizas).
Animosa, le insistí una y otra vez, a que participara con nosotras en otras actividades, fuera del hogar. Ella callaba, sonreía y no se comprometía en ninguna de las propuestas a pesar de nuestra instancia. Al terminar la reunión me llamo a un rinconcito y me confeso: -“No tengo necesidad de andar, haciendo otras cosas, por que tengo en casa, el gozo y la alegría, de mi hija Julia, que rellena todos mis huecos. Que me anima, cuando estoy triste. Que me invita cada día a tomar mi vida con el coraje de luchar. Y que me necesita más que ninguna otra persona en este mundo”.
- Debe ser una chica muy especial, le conteste; Esperando que me aclarase esa efusión de entusiasmo al hablar de su hija.
–“ Así es, mi Julia, tiene 16 años, es la mayor de 6, y desde que nació, es la alegría de mi familia. Tiene parálisis cerebral profundo.
Por ella somos todos una piña en torno a sus necesidades. Por ella, he podido educar al resto de mis hijos en la generosidad y la entrega.
No tengo esperanzas de que la ciencia me dé una solución, ni tampoco pido al Señor, un milagro extraordinario.
Ella es así y el resto la hemos aceptado, sin falsas esperanzas, con la fuerza de la realidad, de que es lo que el Señor, quiere para ella y para nosotros. Desde esta circunstancia especial lo vivimos como algo natural. ¡No sabríamos que hacer sin ella!.
Yo sentí vergüenza propia, de las veces que por tonterías, sacaba los pies del plato y protestaba por cualquier cosa de mis hijos. Comprendí entonces la luz que había en su mirada.
Y sentí verdadera admiración por su forma sencilla y elegante de llevar lo que cualquier persona corriente hubiese calificado de cruz, que al parecer no le pesaba.
Desde que la conocí, cuando algo me cuesta me acuerdo de ella, y me vuelvo a levantar, sin dar más rodeos.
Julia a veces esta cansada, sigue viniendo a todas las reuniones y hace una vida normal. No le gusta que la compadezcan. Y si le preguntas ¿Qué tal?. Te das cuenta de que sus verdaderos problemas son los de cualquier mujer. No se siente especial.
Me imagino que sí es consciente del regalo que Dios le ha hecho al confiarle a su hija Begoña. Y que ese don le da fuerzas como a tantas otras madres de luchar hasta el final aunque no tenga demasiado tiempo para escucharse a sí misma.
No os sorprende de verdad, que en las casas donde hay un verdadero problema de salud, en alguno de los hijos, las madres suelen ser alegres, fuertes, audaces.
Julia. . . Isabel, que desde los tres meses de vida de su segundo hijo y primer varón sabía lo que le esperaba, pues padecía una enfermedad congénita: la ataxia muscular.

Había vivido ya la experiencia con su hermano Francisco y en la que vio siempre a su madre: alegre, aceptando las circunstancias y transformando su hogar para proveer de la máxima calidad a la vida de su hijo, el tiempo que lo tuviera y fueron treinta y tres años.
En los que cada movimiento de su hijo, estuvo ayudado por el cuidado fiel y alegre de sus padres y hermanos.
Tu que lees esto, puede que conozcas también alguna de estas madres, valientes, que viven cerca de nosotros, que las vemos pasear a sus hijos o acompañarlos al colegio.
Cuando logran derribar muchas barreras que la sociedad, pensada al parecer para gente sana, levantan cada día, para apartar de su vista a los discapacitados.

2.5. Sobrevivir a los hijos

2.5 SOBREVIVIR A LOS HIJOS
20 de febrero del 2002.


Después cuando en la calle me he tropezado con madres paseando a sus hijos, enfermos, he vuelto a sentir esa admiración por ellas, pero no puedo cerrar este capitulo sin hablar de Luis, el amiguito de mi hijo. Tras una larga enfermedad, soportar la espera indefinida de un trasplante. Muchos meses ingresados en la burbuja del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, el tiempo de aislamiento de todas las personas a excepción de su madre. Y con solo doce años. El Señor ha querido llevarle con Él.
Dolores su madre nos ha dado una lección de fortaleza a todas las mujeres de la barriada. Ni un solo día la hemos visto venirse abajo, Ni un solo día, la hemos visto perder la esperanza, ni la alegría delante de sus hijos y de todos los que la conocemos.
Luis, es el segundo hijo varón que pierde a causa de otra enfermedad congénita.
No quiero dejar la ocasión de mencionarla, No es justo que pase inadvertido este ejemplo de fortaleza. Pues yo como madre y tu probablemente también, no imaginamos un dolor más grande, que el de perder a nuestros hijos, por cualquier causa.
Pero es una situación que tampoco es extraordinaria. La viven a diario miles de madres en todo el mundo. Mujeres que darían su propia vida por ahorrar un sufrimiento a sus pequeños.
Mujeres valientes; que no se derrumban en el rincón a esperar que se les pase la pena. Por que tienen que seguir al pie del timón de sus hogares, ayudando a soportarlo a los que le rodean.
Aunque es ella muy por encima de cualquier otro amor humano, quien más ama a los hijos.
Es ella... la mujer. Quien enciende la esperanza en su corazón, al saberse embarazada. La primera por tanto que empieza a amarlo. Aun cuando su pareja, por muy atento que este a ella; aun no puede ni sospechar, que las fuentes de la vida se abren paso, en el vientre de su compañera, para regalarle el don preciado de la paternidad.
Luis, seguramente, un poco triste por dejar aquí a su madre y a los demás, partió con la ilusión de encontrar en una de esas estrellas brillantes a su hermanito, que había ido antes que él. Y que según Dolores le contaba, mientras alejaba todo miedo ante la muerte, a la que ella parecía querer prepararle, le aseguraba estaba Francisco, jugando.
Arriba, allá en ese cielo estrellado, nos esta esperando a todos, y algún día nos volveremos a reunir.
Hace ya muchos meses que Luis y Francisco, juegan en ese cielo descrito con intenso amor por su madre. Yo al verla sonreír me encomiendo a los dos Ángeles protectores que tiene esta buena familia, en el cielo.

2.6.Raúl y su madre discapacitada.

2.6 RAÚL, LA SUERTE DE TENER UNA MADRE DISCAPACITADA.
14 de Marzo del 2002

A mi ahijado: para que aprenda a dar gracias a Dios por la madre que le ha tocado en suerte.
Seguramente hoy no vende hablar de Milagros, pero aun a riesgo de no vender un libro, perdonarme que no me reserve esta historia. Pues si como creo en el Cielo se empeñan en hacer cosas grandes a los pequeñitos y humildes, “noticia es, mire Ud.”.
Y lo siento por el que no crea.
Caty es una chica, a los que algunas personas les gusta llamar especial. Y no mienten: “Es especial”. Tiene una discapacidad reconocida. Es sorda. Su condición de no oyente a ella, no le ha preocupado nunca. Aunque a su familia quizás les haya traído un poco más de cabeza el entenderla o hacerse entender por ella.
Yo cuando la veo de tarde en tarde por que no viven en Andalucía, me parece que es una “señora”, bastante feliz. Sus preocupaciones son las de cualquier ciudadano: ingeniárselas para llegar a fin de mes, pagar el alquiler, etc. Lo normal cuando se es una pareja joven, con hijos pequeños.
Su marido es Sordomudo y también es divertido, alegre, trabajador. Son muy graciosas las caras de las personas que les miran fijamente, mientras ellos ajenos a la curiosidad de los demás, se hablan mirándose a los ojos, y gesticulando con las manos, en mil peripecias que les permite mantener una completísima y eficaz conversación.
Por lo poco que conozco de este lenguaje de signos, diría que es fácil, concreto, y directo.
Por ejemplo a excepción de códigos aprendidos que es como un diccionario de signos y cada gesto designa un objeto, profesión persona, etc.
De común acuerdo, se advierte que también entre ellos tienen otro código y me divierte por ejemplo la forma en que nos definen o nos nombran cuando hablan de un tercero, pues los gestos que realizan denuncian una cualidad que les designe: El del bigote, el de la barriga, la que trabaja en el hospital, la que tiene dinero, etc.
Hace unos días, Caty que estaba en el octavo mes de gestación, al hacer un esfuerzo, noto que en su cuerpo había pasado algo, que su hijo había dejado de moverse.
Los que estaban cerca de ella, no sabían si dar importancia o no a sus palabras, pero ella insistía:
-Pasa algo, no se mueve.
Por lo que la familia la llevó al hospital y efectivamente; Los resultados de las primeras pruebas realizadas detectaron: oxitocina patológica y taquicardia fetal demostrando que el bebe estaba en peligro.
No sabiendo bien porque su corazón apenas se percibía. Se le práctica una cesárea urgente, naciendo un varón de 3.188 gr.
El test de apgar de los primeros minutos de su vida, hacen que todos nos relajemos. Todo parece normal.
En unas dos horas por fin nos entregan al niño y le llevamos a la habitación junto a sus abuelos. Mientras Caty pasa a otra habitación para recuperarse de la anestesia.
¡Que ilusión nos hacía tener aquella cosita entre nuestros brazos!. Su abuelo, le miraba con muchísima ternura. La madre de Caty, rebosaba de felicidad, viendo que por fin habían terminado esas horas angustiosas de espera, en las que junto a la preocupación por el bebe, se le parte el corazón, sin poder hacer nada por suavizar el proceso de dolor, en el que ve sumida a su única hija.
-¡Si yo pudiera hacerlo por ella! .
Era el sentimiento que gritaba desde su silencio, mientras limpiaba su sudor y acariciaba sus cabellos. Por fin esta criatura que tenía en sus brazos era el consuelo a tantas horas de angustia.
Más tranquila agradecía el ver que su hija había terminado de dar a luz bien a su segundo hijo, aunque aún, no haya podido abrazarla.
Pero el bebe, no parecía estar cómodo. Tenia mucho frío. A pesar de que intentamos mantener sus pies y sus manitas bien sujetitos, y las lámparas de calor encendidas.
Su cuerpecito empezó a tomar un tono azulado, y su piel no se calentaba. Un quejido como de dolor salía de aquel pequeño cuerpecito, que nos empezó a preocupar.
Llamamos al personal de planta que enseguida acudió, y al verle, casi sin darnos explicaciones le llevaron para la Unidad de cuidados intensivos.
Algo más de un mes ha estado allí, el diagnostico a raíz de las pruebas de todo tipo que le están haciendo neurocirujanos, y especialistas de corazón, es alarmante. Los especialistas parecían estar haciéndonos la idea de lo peor.
Caty y Pablo, cada día acuden tras los cristales de la sala del hospital a animar a su hijo.
No hablan, sino por señas, pero se ven fuertes, están dispuestos a aceptar cualquier cosa, pero no pierden la esperanza.
En vista de la gravedad, he solicitado al sacerdote que suba a bautizarle, y ha sido una ceremonia preciosa.
Han decidido que se llame Raúl, el motivo que después de intentarlo con otros muchos nombres, es el único que su padre con gran esfuerzo podría pronunciar. Y sin sacarle de la incubadora en la que esta conectado a numerosos cables y al Oxigeno que le permiten respirar, hemos sido testigos de esta ceremonia: sus abuelos paternos, sus padres y alguna de mis compañeras y yo, que nos hemos emocionado con la gran fe de estos jóvenes padres.
Al terminar Caty; deposito un beso en la incubadora, es la primera vez que la permiten estar tan cerca de su hijo. Y su rostro es el vivo reflejo del amor y del dolor. Sin embargo sigue serena, preparando sus pechos, para amamantarle cuando salga de allí. Aunque le han dicho que quizás no salga.
Después, Raúl ha ido mejorando, poco a poco han ido desconectando cables y ha empezado a ingerir algo de alimento, en pocos días, parece que el peligro ha desaparecido.
Han repetido todas las pruebas y sin poder razón de su mejoría por fin se lo han llevado a casa, con una apariencia totalmente normal.
Aun los médicos le aconsejan que tendrán que seguir revisándolo, pero también con agrado les hacen saber a sus padres a trabes de la interprete de signos que les acompañan en estas charlas con los especialistas:
-“ No podemos justificar con la ciencia a que se ha debido la mejoría tan repentina del bebe... En estos momentos ni el mejor especialista que le reconociera podría adivinar cuanto riesgo ha corrido su vida, si no ven los informes”.
Para ellos y para mí, con esto nos basta, Si Dios quiere, algún día, Raúl sabrá que debe la vida a su madre doblemente, primero por gestarle.
Pero sobre todo por esa especialísima sensibilidad, de sentir una especial preocupación, desde el mismo momento de aparecer el problema,
( El movimiento fetal, en el que se hizo un nudo de su cordón umbilical, y junto a las dos vueltas que rodeaban su cuello le estaban ahogando en el vientre de su madre).
Seguramente una madre no discapacitada, no hubiese tenido esa sensibilidad tan especial, que le ha permitido salvar la vida de su bebe.
¡Felicidades Raúl
Nota, (Hoy Raúl es un chico normal, travieso y divertido, como todos los niños de su edad)

3. LAS FLORES DE MI JARDIN

CAPITULO 3 “LAS FLORES DE MI JARDIN “

3.1 LA RECOGIDA DEL BOTELLON.

3.2 LA VICTORIA DE LUNA.

3.3 PARECE QUE FUE AYER.

3.4 UNA PRINCESITA VESTIDA DE LARGO.

3.1 Recogida del Botellon

3.1. LA RECOGIDA DEL BOTELLON
-Fecha: sábado de cualquier mes. -Escenario: cualquier sala de urgencias de cualquier hospital, de cualquier provincia española. -Hora: entre las tres y las siete de la madrugada. -Edad: adolescente. -Nombre: Rosa. (Sin Apellidos).
-Síntomas: malestar general, vómitos, falta de estabilidad en bipedestación. Perdida de su dignidad. Dilatación de las pupilas. Pulso cardiaco acelerado. Niveles de alcohol en sangre, rozando la causa de un coma etílico.
Falta de reflejos y escasa lucidez mental, entre otros. . . Olor a gin Tónica, y algún otro combinado que no podemos determinar y que se mezcla con un agradable y casi imperceptible olor a perfume en sus muñecas y detrás de los pabellones auriculares.
Hay un profundo olor a tabaco en sus prendas de vestir, pero no en su aliento. Podríamos afirmar que no fuma.
-Antecedentes: problemas familiares encubiertos por motivos sociales. Educacionales y exceso de trabajo de sus padres.
-Otras observaciones: -Nivel social medio alto: -Deducido por la forma de expresarse. Bien educada. Por su indumentaria: adecuada a la época, cuidada a excepción de algunas manchas típicas; provocadas por este incidente creemos que no habitual.
Todas estas observaciones son las que nos sugieren que hoy al salir de su casa iba elegante, sencilla y acorde al entorno. Con algo de maquillaje suave del que aún queda huella en algunas zonas de su rostro.
El resto se le adivina por los refregones involuntarios, en el contorno de sus párpados y la comisura de sus labios. Lo confirman los restos de carmín, lápiz de ojos y rimel sobre los puños de su camisa y en un arrugado pañuelo de papel, humedecido por sus lagrimas, que vemos entre sus dedos apretados por el dolor profundo que le causa esta situación.
-Tratamiento: Se le pone suero, para retenerla mientras localizamos a sus padres y se le inyecta por vía intramuscular 10 Mg. De Vitamina B, para ayudarle a frenar los síntomas de la ingesta.
Pedimos al celador la acomode en una camilla, y la ponga en el pasillo de la izquierda, para observar de vez en cuando su evolución.
Recomendamos una charla distendida con sus padres, donde aclaren los motivos y las causas, de este incidente, puntual en principio pero con posible repercusión e incidencia en la vida de esta joven que puede reincidir si no se afronta el problema a tiempo.
Sería una verdadera perdida porque se la ve con posibilidad de ser una chica estupenda, podría haber sido: mi vecina, mi hija, mi sobrina, o cdebería serlo.
Cierto que soy fiel en la descripción de la situación y en la percepción de las observaciones por parte del sanitario de turno que no puede evitar conmoverse, ante una persona joven, de estas características en la que ve los primeros eslabones de una larga cadena de adicciones, que le seguirán a lo largo de su vida, sino se corta de raíz, en su tiempo.
Pero que se siente impotente en la resolución, porque no puede dedicarle más tiempo. Le apremia el sistema y además, puede irse a casa sin conciencia de culpabilidad porque la responsabilidad según él, la ve.
Es al noventa por ciento de sus padres, el nueve por ciento de ella que esta cegada, por su inmadurez. El exceso de confianza en que no lo hará más y el uno por ciento quizás del sanitario; que espera que esto se resuelva como mejor puedan los implicados y no ata cabos, haciendo un seguimiento del caso.
En la mayoría de las veces, la paciente si viene acompañada puede ser dada de alta sin previa información a los padres, ni de su ingreso, ni de su salida del área sanitaria. Esto pasa, con más frecuencia de lo que creemos.
Puede ser solamente una anécdota aleccionadora para algunos jóvenes. Pero también hemos de reconocer que en el alcoholismo, la prostitución, la adicción a las droga, y el mundo de la delincuencia juvenil tienen casi idénticos principios.
Nadie se licencia en estas carreras, si no es a base de practicarlas mucho y siempre han tenido un principio que probablemente se hubiese podido denunciar y corregir con una atención especializada en los primeros avisos de los que se tiene conocimiento en la vida del menor.
Al decir “menor”, incluyo en esta categoría, a las personas que aun superados los dieciocho años, siguen dependiendo de sus padres a todos los niveles.
Este tema candente en los últimos años en la prensa, la radio y la televisión. En las panaderías y en el chino que hay frente a mi trabajo que no cierra hasta las tres de la mañana y vende alcohol a menores a través de compañeros, con mayoría de edad reflejada en su DNI.
Por fin está siendo estudiado por Ayuntamientos y Asistentes Sociales, en vista de posibles acciones de tipo prohibitivo y de prevención del absentismo escolar, delincuencia juvenil y otros peligros que acechan a nuestra juventud tras los botellones, causantes de la ingesta de alcohol y otras drogas, accidentes de trafico nocturnos, etc.

3.2. La Victoria de Luna.

3. 2. LA VICTORIA DE LUNA.
29 de Abril del 2002

Hace unos años, conocí a una chica, en un largo viaje en tren. Ya sabes como son estas cosas a veces con una persona desconocida podemos tener ciertas conversaciones con un aire intimo.
Oímos y sentimos que nos escuchan probablemente con más interés que los que tenemos cerca. Quizás por que de entrada no hay tensiones de otros momentos cotidianos.
Ante un desconocido no tenemos nada que reprocharnos y podemos hablar de las más variadas cosas con soltura, sin prejuicios y con la sinceridad que quizás no usamos a menudo entre los que nos conocen.
Pensando que probablemente, no volvamos a ver a esa persona, no tenemos que reparar en su juicio, por que realmente nos da igual. Y esta circunstancia favorece un dialogo que se hace más distendido, que con otras personas que viven muy cerca de nosotros.
No llevaba demasiado equipaje. Luego, comprendí que lo había seleccionado con mucho cuidado. No sabía cuanto tiempo tardaría en volver, al hogar de sus padres.
Aunque la incertidumbre de lo que le esperaría en su futuro inmediato, tampoco le animo a poner en su maleta, más que lo necesario: Algo de ropa, útiles de aseo y algunos recuerdos de una corta vida en un porta fotos: Alguna de sus padres y abuelos y el carrete del viaje de fin de curso, donde se la ve sonreír junto a sus amigas y compañeros.
Se llama Luna, se lo oído decir a otra chica que le acompaño hasta el anden. Después de abrazarla y ya montadas en el tren, ha sacado de su mochila algo envuelto en papel de regalo, y se lo alarga, cuando ya el tren esta casi en marcha.
Por su indumentaria, y juventud me hizo recordar a mis hijos.
Al sacar el billete para entregarlo al revisor, saco otro papel muy dobladito, que miraba una y otra vez, con una tierna expresión, mientras limpia las lagrimas que recorren sus mejillas, en silencio.
Una vez instaladas en el vagón, abre con cuidado el regalo de su amiga; Sonríe mientras descubre el peluche con forma de osito, pequeño y suave, con una cara muy divertida.
Parece que estos días ha llorado, pues tiene el rostro caído y parece muy cansada. Pero a pesar de su juventud, se la ve decidida, segura de querer emprender ese viaje.
Yo sigo recordando a mis hijos; Les imagino en casa sin más problema que aprobar o conseguir de nosotros media hora más en la recogida.
Pero esta chiquilla.... parece que huyera de un mundo de problemas, de decepciones, que parece estar marcando su historia para siempre.
Luna, es casi una adolescente, dieciocho años escasos. Según me contó a lo largo de nuestro viaje: llevaba dos años saliendo con un compañero del instituto, del que se ha quedado embarazada.
Es una de las personas que deja atrás, porque se ha asustado ante la sospecha de su embarazo. Al hablar con él, ha sentido su rechazo a la idea de ser papá.
Le faltará madurez para afrontar este echo. Deduzco, que si se le planteara eso a uno de mis hijos o a sus amigos, harían lo mismo, tampoco les veo preparados para esa responsabilidad.
¡Y menos en estos tiempos!, Muchas veces lo hemos hablado en casa. Recordando nuestra juventud, con dieciocho o veinte años, en los setenta, éramos hombres y mujeres. Hoy esa misma edad, la relacionamos con la mochila, el botellón, y el comienzo de la universidad.
Luna tiene miedo de decirlo a su madre y a sus abuelos, con quien Vivian desde hace unos años. Ellos tienen mucho empeño en que termine sus estudios. . .
Sabe que esta confesión les va a producir mucha tristeza.
-A mama la decepcionará, porque muchas veces la oí lamentarse de esta misma experiencia. Ella; hace dieciocho años, vivió lo que hoy vivo. Por eso sé que en el fondo tendrá que comprenderme.
Pero el sufrimiento, el sentimiento de vergüenza ante los vecinos y familiares, circunstancia normal en la mentalidad de cuantos la rodeaban, en su momento. Hicieron que acatará la decisión de sus padres, que la obligaron a casarse, con el responsable de tal incidente.
-Probablemente ese principio, ha sido la causa de tantas desavenencias en el matrimonio de mis padres.
Lo mío solo lo saben algunas de mis amigas del instituto, ellas conocen casos en los que les han abortado, con ayuda incluso de las instituciones publicas.
A mi no me ha convencido la idea, sé que este hijo transforma todos mis proyectos
Me aterra la vergüenza que siento ante mis padres, la otra familia y sus amigos. Veo que todo se ha obscurecido en mi horizonte, pero no deseo. . . no puedo quitarle la vida. Pienso que ha de haber alguna solución.
Me he marchado sin decir nada, nadie en mí entorno sospecha que hoy no estaré para cenar. Lo siento sobre todo por mi madre, ¡me hubiese gustado sincerarse con ella!...
Pero, la he visto tan preocupada, con su trabajo, y con sus propios problemas de pareja, que quiero estar bien segura antes de decirle nada. Nunca hemos tenido buen dialogo. Y pienso que esto nos terminará de separar.
En el Instituto, en el tablón de informaciones he visto la propaganda de una Asociación que quizás pueda orientarme.
Luna, habla, nerviosa, deprisa, como si quisiera acabar de sacar todo lo que la daña dentro y que lleva ocultando varios meses. Se siente tan sola, y tan impotente, que seguro piensa lo fácil que sería hacer lo que sus amigas le dicen.
Juan su novio, piensa lo mismo, e incluso estaría dispuesto a ayudarla a buscar los medios económicos para hacerlo.
-A los padres de Juan, nunca les caí demasiado bien, costearían una clínica privada, para eximir a su hijo de toda responsabilidad. ¿Me siento defraudada?.
Aunque realmente con Juan no había hecho planes, no había proyectado un futuro. Aún no. De no haber pasado esto, quizás con el tiempo lo hubieran hecho.
Pero esto era solo la consecuencia de una noche de cumpleaños, de alguna copa de más. . Algo que no debió ocurrir, pero que paso, sin darme tiempo para tomar conciencia, de que sería, el final de una relación, en la había puesto algunas ilusiones y el principio de un nuevo estado: Mi maternidad.
Luna, no puede concebir la idea de matar lo que esta naciendo dentro de ella. Ahora mismo solo tiene un papel: Un test de embarazo que dice “positivo”.
Aun no siente nada, no nota ningún movimiento, ni nada especial en su cuerpo, Pero algo dentro de ella, le hace sentir un poco de felicidad, en la absurda soledad, de su huida, sabe que no esta completamente sola.
Aunque ella no percibe ningún signo, del ser que la habita, está segura de su existencia, y empieza a soñar: ¿A que sabrán todos los nuevos sentimientos y experiencias de esta nueva faceta de su vida, que la va a hacer madurar de forma repentina?.
Nada le mueve a mirar todo lo que deja atrás. Ha de preocuparse de su presente, pues aún no es capaz de mirar en lo ancho de un futuro del que no conoce nada. Las referencias, las quejas de su madre, no le valen a ella. No desea atrapar a nadie.
Este nuevo ser que toma vida en su vientre, es solo responsabilidad suya. El otro causante perdió los derechos al no aceptarlo.
A pesar de su juventud, vi, que Luna no tenía miedo. No le reprocharía nunca haber nacido. Lucharía por darle cuanto necesitará hasta alcanzar de él, el perdón por haberlo privado de la figura de un padre.
A fin de cuentas, algunos padres, tampoco lo hacen bien. El suyo por ejemplo, no merecía ese titulo. Hace dos años, que esta en la cárcel, por malos tratos.
La última vez que le tuvo cerca, fue en el juicio. En él tuvo que declarar, removiendo los tristes recuerdos de peleas continuas, de cacerolazos, y platos rotos, de puertas marcadas con el sello de su mano.
De idas y venidas violentas de su madre contra los muebles, mientras la sujetaba del pelo y la insultaba, prometiéndoles que las mataría a las dos.
Su vida pasada, le había hecho fuerte.
Aún algunas noches sueña con sus traumas infantiles, acosos que hoy después de tantos años, prefiere creer, que fueron pesadillas, que no sucedieron nunca.
Huellas de una niñez extraña, perseguida por su acosador, al que en el colegio le decían tenía que respetar y obedecer.
Historias, de momentos que se ahogaban en su garganta, pues nadie le había dicho que podía denunciarlo. Antes bien, la sutileza de su agresor, le hacía creer que ella era la culpable, y no debía contárselo a nadie.
Sería tan pequeña que no tiene conciencia de la edad, con la que todo esto le paso, Solo sabe que desde . . . no se acuerda cuando, una sensación extraña de culpa, la sigue.
Pero no quiere recordar, solo otra persona y ella, conocen el terrible secreto, Y no será ella quien lo desvele a nadie de su entorno.
¡Que terribles experiencias, han de soportar algunas mujeres en este mundo!. Una educación donde se nos ha hecho creer, que el hombre es dueño de la mujer.
Y es asimilado así por hombres y mujeres.
Me revelo, ante la infinidad de casos que proliferan cada día. 70, 80,100, mujeres al año, en un país son asesinadas por sus compañeros.
Muchos casos conozco también por mi profesión de acoso sexual o pederastia, que se descubren en la mayoría de los casos por accidente, en una revisión medica, o en un accidente casero.
Familiares, vecinos, que oyen los golpes, los insultos y amenazas.... Callan.
Mujeres sumisas, a base de golpes, que no se atreven a denunciar, aun viendo el dolor en sus hijas a veces de muy corta, cortisima edad.
Casos espeluznantes, en que el acosador se permite usar a sus propios hijos. Manteniéndoles bajo amenaza, o chantaje.
Casos que rara vez, son descubiertos, por pura iniciativa de las victimas.
Estos casos me confirman en la idea, de que la persona que es maltratada, llega a convertirse en una enferma, igualmente.
Las personas que al quitarles la dignidad y tratarles como objetos, pierden su identidad, se incapacitan, para tomar decisiones libres.
Estando estas supeditadas a no crear conflictos, a no provocar enfado o furia, en su agresor. Potenciando un sentimiento de culpa, y de frustración tal, que a veces confina a la victima en la depresión, más profunda, pudiendo llegar ésta, incluso al suicidio.
Recuerdo haber discutido este tema con un estudiante, la semana pasada. Una persona joven que afirmaba que se cuestionaba el derecho que pudieran tener otras personas ajenas a los casos de violencia domestica a denunciar.
Afirmando y creyendo que las victimas de maltratos, lo eran por pura voluntad. Eso es categóricamente falso.
Al menos en los casos que yo conocía, la agresión se hacia de forma tan sutil, que antes de llegar a pegar físicamente, el sujeto ya había castigado psicológicamente a su victima, anulando su ego totalmente.
De forma que si ante ese maltrato, no cedían a sus caprichos, pasaban al dominio brutal de la fuerza.
Pero en el momento que alguien de fuera intervenía o la victima tenía la capacidad de rechazar y mantener la cabeza fría, automáticamente dejaba de ser un maltratado porque buscaba solución: A veces huyendo, a veces denunciando.
De todas formas, la confesión de Luna, no dejaba de impactarme, mientras debajo de la blusa mi piel se erizaba. Una gran comprensión se abría para acoger, las vivencias de ésta, casi niña, a quien la vida quería hacerla mujer, a fuerza de golpes.
Con la esperanza de que esta decisión libre, y madura, la hacía ualquier amiga suya... .... O la tuya ¿lo has pensado?.
Este informe, no se parece en nada a los miles de ellos que movemos los trabajadores de la sanidad en cualquier centro público o privado, donde nuestro horario laboral y la repetición incesante de casos similares llegan a acostumbrarnos y a parecernos normal. Lo que no más persona. De todas formas pregunte:
-¿Por qué no lo denuncias?. -
¿Para que?, No sé por que extraña razón, no tengo rencor hacía él, solo me da pena... Su mente esta tan enferma.... Esta tan equivocado.
Luna, no es una excepción. Que más da cual sea su apellido. Solo me basta saber que es un ser que ha sido golpeada y que ahora lucha, por otro ser.
En casa ha dejado una carta para su madre, para que no se preocupe. Le promete que volverá y que la informara cuando llegue donde va: un centro de acogida, para madres solteras, lo regenta un convento de Soria, y sabe poco más.
Nos despedimos, con el intercambio de direcciones, y prometió que me escribiría.
Ayer, después de hace muchos años. Recibí carta suya, su hijo ya tiene 5 años. Llegado el momento del parto su madre logró convencerla de que volviera.
Me cuenta que siguió estudiando y haciendo pequeños trabajos para no ser una carga para su madre. Y entre las dos renació, una nueva relación de comprensión y ayuda mutua, que las ha enriquecido.
Que alegría me da saber que se encuentra bien. Su hijo sabe quien es su padre, pero no se tratan mucho. Aun no se han casado ninguno de los dos.
Ella ha aprobado sus oposiciones, y se apoya en su hijo, para seguir luchando y sonreír ante los contratiempos.