viernes, 5 de septiembre de 2008

2.5. Sobrevivir a los hijos

2.5 SOBREVIVIR A LOS HIJOS
20 de febrero del 2002.


Después cuando en la calle me he tropezado con madres paseando a sus hijos, enfermos, he vuelto a sentir esa admiración por ellas, pero no puedo cerrar este capitulo sin hablar de Luis, el amiguito de mi hijo. Tras una larga enfermedad, soportar la espera indefinida de un trasplante. Muchos meses ingresados en la burbuja del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, el tiempo de aislamiento de todas las personas a excepción de su madre. Y con solo doce años. El Señor ha querido llevarle con Él.
Dolores su madre nos ha dado una lección de fortaleza a todas las mujeres de la barriada. Ni un solo día la hemos visto venirse abajo, Ni un solo día, la hemos visto perder la esperanza, ni la alegría delante de sus hijos y de todos los que la conocemos.
Luis, es el segundo hijo varón que pierde a causa de otra enfermedad congénita.
No quiero dejar la ocasión de mencionarla, No es justo que pase inadvertido este ejemplo de fortaleza. Pues yo como madre y tu probablemente también, no imaginamos un dolor más grande, que el de perder a nuestros hijos, por cualquier causa.
Pero es una situación que tampoco es extraordinaria. La viven a diario miles de madres en todo el mundo. Mujeres que darían su propia vida por ahorrar un sufrimiento a sus pequeños.
Mujeres valientes; que no se derrumban en el rincón a esperar que se les pase la pena. Por que tienen que seguir al pie del timón de sus hogares, ayudando a soportarlo a los que le rodean.
Aunque es ella muy por encima de cualquier otro amor humano, quien más ama a los hijos.
Es ella... la mujer. Quien enciende la esperanza en su corazón, al saberse embarazada. La primera por tanto que empieza a amarlo. Aun cuando su pareja, por muy atento que este a ella; aun no puede ni sospechar, que las fuentes de la vida se abren paso, en el vientre de su compañera, para regalarle el don preciado de la paternidad.
Luis, seguramente, un poco triste por dejar aquí a su madre y a los demás, partió con la ilusión de encontrar en una de esas estrellas brillantes a su hermanito, que había ido antes que él. Y que según Dolores le contaba, mientras alejaba todo miedo ante la muerte, a la que ella parecía querer prepararle, le aseguraba estaba Francisco, jugando.
Arriba, allá en ese cielo estrellado, nos esta esperando a todos, y algún día nos volveremos a reunir.
Hace ya muchos meses que Luis y Francisco, juegan en ese cielo descrito con intenso amor por su madre. Yo al verla sonreír me encomiendo a los dos Ángeles protectores que tiene esta buena familia, en el cielo.

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