viernes, 5 de septiembre de 2008

2.1. tengo derecho a la maternidad.

2.1. “ TENGO DERECHO A LA MATERNIDAD “.
Paternidad y maternidad son dones gratuito que nos vienen de Dios y que llega a nuestras vidas y a nuestros corazones al permanecer abiertos a la vida, generosos en el uso del matrimonio.
En las civilizaciones antiguas, el honor estaba en el numero de hijos que engendraban. Considerándose estos como la heredad prometida a su justicia. Hoy en cambio, la maternidad, fuera de toda lógica, se rige por intereses políticos y consumistas.
Por experiencia, afirmo: que si nos salimos de la moda, casi tenemos que pedir perdón a la sociedad. Dos, tres hijos a lo más y la mayoría de los terceros son por error del método. ¡Pobres hijos, cuando se enteren que no vinieron por amor, si no por error!.
Los matrimonios que superamos ese numero. Somos victimas de las bromas de los compañeros de trabajo, vecinos y otros familiares. “Ya he cumplido”. Es una de las razones que se dan en la calle a la falta de generosidad.
Mientras el trabajo remunerado de la mujer en la calle, la obliga por responsabilidad a controlar también ese numero de hijos. Que probablemente nacieran sí, se valorará o estudiara algún tipo de ayuda y flexibilidad en los horarios para mujeres con hijos pequeños.
La mujer ha demostrado con creces su capacidad para desempeñar cualquier profesión o labor con la misma dignidad y calidad de los varones. La maternidad es un don para la pareja, pero que por naturaleza o por que no sabemos hacerlo de otra forma necesita mayor dedicación de la mujer.
¿No son estas cuestiones importantes, como para que los que dirigen los gobiernos de los pueblos se lo empiecen ya a plantear?.
Los que gobiernan, los sindicatos, y asociaciones de mujeres: ¿No deberían ya darse cuenta de que la igualdad es injusta en muchas ocasiones?.
Es verdad también, que no es solo a nivel de empresas que se sufre las consecuencias de esta sobrecarga para la mujer.
Es el conjunto de la sociedad, quien nos exige un ritmo de competitividad que lleva a muchas mujeres a una calidad de vida pésima. A una insatisfacción personal y a un grado de strees que repercute muy directamente, en su entorno: tanto familiar, social como laboral. Y no pocas veces en su salud y bienestar real.
Reconozco por la parte que me corresponde, por que soy una mujer de mi tiempo, con un trabajo profesional, duro físicamente para mi naturaleza femenina. que me aporta por el contrario muchos bienes, mucha satisfacción y un sueldo que además necesito para ayudar a mi familia numerosa.
Pero esa objetividad, no me resta luces, para comprender que me estoy exigiendo más de la cuenta al igual que mis compañeras de trabajo, y el resto de mujeres que ejercen una profesión fuera del hogar.
Una mayoría aplastante de mujeres, llevan hoy día sus hogares, y realizan un trabajo remunerado fuera de su hogar.
Ni sus logros profesionales, ni económicos les hace sentirse menos responsables de la organización de su propio hogar y de la educación de sus hijos.
En la que a veces por muy buen marido que tenga, su horario aun quizás más apretado que el nuestro, no le permite atender al menos en tiempo dedicado. Que no digo yo en calidad.
Tengo muy clara la importancia de la figura paterna en una familia, Una figure que atienda a estos menesteres tan necesarios para seguir construyendo la sociedad.
Tanto para los hijos como para la esposa. El hombre tiene su lugar y su no menos importancia. Ya que ambos se han de unir complementariamente y desde un reparto justo de funciones, para conseguir un hogar feliz.
Las excepciones se pueden dar en ambos sentidos también, hay hombres, que no solo no cumplen con sus funciones de padre y esposo sino que además se permiten amargar la vida a las mujeres con las que contrajeron un matrimonio.
Pero también hay muchas mujeres que al no cumplir bien sus obligaciones de esposa y madre, pueden igualmente amargar la vida de los que le rodean.
Como decimos la incorporación de pleno derecho de la mujer al mundo laboral, resta horas e impide o hace no deseable el desempeñar las funciones de ama de casa y madre cuidadora, como toda la vida, ya que sus actividades profesionales, llenan sus inquietudes de realización en el ámbito laboral.
Por otro lado políticas soterradas de la sociedad inducen a disminuir el numero de hijos aun no ejerciendo ningún trabajo profesional fuera de casa.
Desde el mismo momento en que las edificaciones como viviendas estándar, proliferan en barrios obreros y en las modernas urbanizaciones para vivir son conejeras. Con un numero determinado de metros y habitaciones, que ya de por sí plantean un problema objetivo, que es condicionante para las parejas a la hora de decidir el numero de hijos que podría sostener con dignidad.
Las modas, conducidas por los medios de comunicación y costeadas por grandes empresas, generan la idea de que la felicidad y el progreso esta en dos hijos.
De forma que de unos años acá, tenemos un tipo de familia concreta que facilita el planning de trabajo de multinacionales, pues conocen bien a quien ha de ir dirigido su producción. Ya que ellas mismas han colaborado en “crear” sus necesidades a la hora de elegir, a trabes de la publicidad. Muchas veces engañosa.
Y por fin las estadísticas denuncian, el error de planificación cometido y descubrimos a los mismos medios de comunicación que nos han educado para controlar la natalidad por diversas razones. Repitiendo cada cierto tiempo que España, se nos queda vieja.
Para el dos mil veinte según los estudios que se hacen a trabes de distintos ministerios el numero de personas mayores de sesenta años será de tres por cada persona en edad laboral e igual seguramente que el numero de menores de catorce años.
Con las consecuencias que esto acarrea y que entre otras podremos citar la dificultad para sostener dichas pensiones, así como que la productividad española necesita suplirse por personas de otros países. Con lo que precisamos con urgencia nuevas políticas de readaptación para el futuro sostenimiento de nuestro país.
No pretendo con este comentario puntual criticar la gestión administrativa llevada a cabo por nuestros gobiernos, pues realmente son cosas que se escapan incluso de su buena voluntad, por hacerlo lo mejor posible, que es en lo que la mayoría de los ciudadanos confiamos.
Esta reflexión nos puede hacer caer en la cuenta de que realmente el hombre vive ajeno a su propia condición de hijo de Dios y se deja manipular en cosas tan importantes, que deberían tener mejor orientación y no puramente los deseos de algunos pocos, que por su poder económico se permiten influir en los ciudadanos, a trabes de sus publicidades engañosas y con una dirección muy concreta que perjudica la noción de familia, más elemental.
La búsqueda del placer, de la comodidad, la ley de los mínimos esfuerzos y otras constantes hacen que un gran sector de la población vivan contra su propia naturaleza.
Controlando los frutos de sus matrimonios, que en realidad les produce un desgaste importante en su dignidad de personas. El ente “familia natural”, está siendo sustituida por familias monoparentales u otros cócteles aun más complicados, de los que aun por su reciente instauración no podemos conocer resultados. . . ¡El tiempo lo dirá!.
Ajenas a todos esas políticas o pensamientos, la mujer de todos los tiempos sigue teniendo un papel inigualable en la sociedad, sigue, seguimos siendo: las compañeras, las madres, hijas, hermanas y amigas de los hombres que nos acompañan en este caminar por la vida.
Antes de introducirme en este capitulo, quiero decirles a los varones que pudieran leer este libro y que me gustaría además que lo hicieran, que no me olvido de sus sentimientos, ni sus actuaciones, compañía y responsabilidades que compartimos en este mundo de los hijos, o en los más diversos campos profesionales, donde han tenido que irnos haciendo sitio ante la pujanza de nuestra demanda de igualdad. Merecida además, y quizás se me pueda interpretar erróneamente al centrarme en la mujer como protagonista de todas estas historias.
No es casual, que este libro esta impregnado de toda esa sensibilidad, que rodea el hecho de ser mujer. No me cuesta ningún esfuerzo ponerme en la piel de las protagonistas.
Antes bien me siento identificada de forma natural por mi condición de mujer y madre con todas ellas.
Os aseguro que he aprendido mucho, en este año, por las vivencias en las que me he visto envuelta de alguna forma. A excepción de la última historia, que recojo en el presente libro. El resto, son parte de la rutina de mi vida, son parte de la experiencia vivida o compartida en mi quehacer diario.
Como ya en el prologo quise dar a entender, no he andado rebuscando un material extraordinario, sino que son experiencias que se viven al paso; Como se respira o se sonríe. Y me siento afortunada por haberlas conocido de primera mano.

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