viernes, 5 de septiembre de 2008

4-2. Un Angelillo en el vacíe

4.2. UN ANGELILLO EN EL VACIE.
Sábado, 1 de Octubre del 2002.
Hacía ya mucho tiempo, que no-venia Urbana. Es, una Señora, muy agradable, con una hermosa sonrisa que atrae las miradas hacia su rostro, sonrosado y sereno, pareciendo un desatino la visión de conjunto de su persona.
Va vestida con faldas hasta los pies, con una generosa raja por detrás y jersey de vivos colores. En sus pies unas zapatillas de andar por casa, polvorientas, que dejan sus talones al descubierto: oscuros, agrietados, parecen sucios.
Sus manos, también morenas, siempre van sujetando al pequeño Ricardo, al que he ido viendo crecer, en sus frecuentes visitas.
Es un príncipe gitano, rubio de ojos oscuros y pelo rizado, muy guapo, alegre y gesto de “pillín“. Suele mirarme de reojo, mientras se alimenta del pecho desnudo de su madre.
¡Tres años ya!. Es de la edad de mi hija y juega con ella en su breve visita que nos hace cada semana, en sabado.
Como os decía han estado casi dos meses sin pasar. Desde la cancela llamó como siempre, con tímida voz:
–¡Señora..... anda guapa, dame algo!
Con reparo mis hijos pequeños entreabrieron la puerta, prohibiéndole el paso. Yo seguía arriba. Al intuir que era alguien pidiendo me zarandeo de nuevo la conciencia y se me vinieron las palabras que había oído, hace pocos días en el encuentro de Sanlucar.
Bajé y reconozco que me dio alegría verla. Urbana; estaba algo más delgada y traía con ella: a José, a Isabel, Miguel y Ricardo, que nada más entrar ocupa la bicicleta de Ana. Mientras su madre, pedía el pan de ese día. - Pasa, ¿Hace mucho tiempo que no vienes?.
-“Si mié usted. Es que he tenio mi niño ingresao ha tenio pulmonía y tiene malo el culito y las orejas mié usted; toavia se le ven las pupas.
Yo también estao mala, mié usté.
Ahora ya me van a opera el dia cinco der mé que viene “.
-Y eso ¿ De qué?. ¿Qué te ha pasado?.
-“ Me van a operá, pá no tené más niños. Es que me he quedao embarazá otra ve. . . pero me lo han quitao.”
- ¿Cómo que te lo han quitado, es que has abortado?.
- Si, me han preparao tó los papeles y no me ha costaó ná me lo han hecho en un día. Ingresé por la noche y me lo hicieron por la mañana y pá mi casa”.
-Mujer por que lo has hecho, habérmelo dado a mí.
Ella se sonrió, y recordó algún que otro secretillo que teníamos de otras visitas. Pero con una infinita tristeza y parándose en cada frase como ella solía hablar siguió explicándome:
-¡Es que no podemos más!. Hay muchos días que no comemos ni mi marió ni yo, pá dárselo a mis hijos. Y es que de verdad no pueó darle de comer a mis niños.
Mi marió es mu güeno, y trabaja mucho. Él está con lo de la chatarra. Va por ahí y habla con lo hombre y le dan hierros, que luego vende.
Pero no nos, llega. . .Mie usté, yo si hubiera tenió, no lo hubiera hecho”.
De pronto me acorde de mi libro, de tantas protagonistas y delante de mí estaba una mujer, buena, que estaba sacando una familia de siete personas, en unas condiciones de extrema pobreza.

Su labor era tan importante y tan sin apellido como todas. Tenía además una de las características comunes de todas las otras protagonistas. No era una excepción.
Su realidad es la misma en miles de mujeres gitanas o inmigrantes, en nuestro país. De las que no salen en prensa si no es por que la propia miseria, les lleva casi obligadas a hacer alguna trastada. ¡Pobres mías!.
Al despedirme de ella, le pregunté si tenía algún inconveniente en que fuera a visitarla, cuando la operaran.
Ella, probablemente pensando que yo la juzgaba me dijo: -“Vaya usté cuando quiera, no tenga mieo, la zona donde yo vivo en el Vacié, no es mala, hay gente mu guena”. Y ya verá usté, que no le digo mentirá, que mi choza é mu pobre y no tengo de ná.
Nos despedimos y me dejo con un gran peso en mi conciencia, me sentía tan responsable de su aborto como ella misma......
¡Tantas veces, que me había acordado de ella, que me preguntaba: -¿Qué estará comiendo ella ?.¿Cómo habrá llegado a fin de mes?, ¿Qué le pasará que no viene?.
Inútil.. Mis recuerdos y mi falta de decisión, junto a la de otros responsables para saltar las barreras sociales se han llevado la cara de otro niño, “un angelillo”, probablemente tan guapo como sus hermanos sin darle, la más mínima oportunidad. ¡
Pobre Urbana!. Quiere tanto a sus churumbeles. Se la ve tan alegre con ellos y les habla con tanta dulzura, mientras les aconseja, que no toquen nada de mis niños.
Tiene que haber algo que se pueda hacer. No podemos cambiar las políticas de los gobiernos, ni siquiera arreglar pequeños problemas que se exceden de nuestra economía.
Pero hay muchas Urbanas, para cada uno. Quizás tendríamos que repartirnos los pobres y que cada uno le ayudara solo a uno y eso se notaría.
No lo sé; yo tampoco tengo respuestas.... Lo que sí sé; es que por Urbana, me van a preguntar en la otra esfera. Y tendré que callar, como ahora callo, con vergüenza de mi misma, por mi cobardía y mi egoísmo.
Tu que empiezas a juzgarme. ¿Tienes ya tu propia Urbana?. . Búscala, por que la necesitas tanto como yo.
Pasado unos días, que calculé estaría en su casa, Fui al Vacié. Yo no se sí te has paseado alguna vez por esta zona marginal:
Humildes chozas de uralitas y cartones. Puertas de madera recicladas como tapaderas de agujeros, en las paredes. Retales sin confeccionar cubriendo los huecos en las chapas, que hacen de ventanas.
Sin asfalto en las calles, sin terrazos en los suelos. Sin puertas ni habitaciones. Una verdadera choza, de unos cincuenta metros cuadrados. Distribuidos en dos zonas:
A la entrada cerca de unas cajas que hacen de mesa, una cama de matrimonio sin cabecero. Justo detrás encima de un mueble viejo, una cocinilla de gas de dos fuegos en la que una vieja cacerola hervían unas legumbres.
En la otra parte una especie de pasillo en la que tres somieres con colchón de espuma y unas mantas a cuadros, gruesas y de aspecto duro y áspero cubriéndolo, acomoda a los seis hijos en sus sueños.
El suelo es de tierra, con chinos, con los que jugaban los pequeños pies descalzos de Ricardo. Que se entretenía con un trozo de pan, untado de aceite.
El resto de los hermanos hoy están el colegio, gracias a Dios.
Urbana salió a saludarme con una sonrisa, Su marido andaba entretenido en un montón de piezas de ferralla, y vino también a saludarme con educación.
Por un momento miles de proyectos de promoción y cultura han pasado por mi mente.
. . . .¡Impotencia!.
A solo unos metros, Sevilla se luce en señorío. Grandes almacenes y la autovía, tan próximos, hablan de progreso, de poder adquisitivo y consumo.
¿Qué significarán esas cosas en la vida de esta humilde familia?. ¿Qué futuro habrán planeado para sus hijos?.
Un único pensamiento. . . Lejos de juzgar lo que mis ojos contemplan con resignación.. . . ¡Cuantas cosas me sobran. . .!
Mañana es sábado y Urbana volverá a pasear los pueblos y barrios de alrededor a buscar el pan, las legumbres, la latita de atún que a veces pide para el bocadillo de José su hijo de doce años, que ya busca chatarra con su padre. La leche para sus hijos y a veces con picardía, un poquito de café.
Isabel, su única hija hembra, tendrá unos diez años. Al oído le dice a su madre tímidamente:
- pídele algo de ropa, pa ir al colegio.
A ella no le preocupan las marcas. Se conforma con algo usado que para ella es nuevo, para ir al colegio.
¿Cuáles serán las ilusiones de Isabel?.
Deseara alguna vez, ocupar un puesto en la sociedad, ejercer un trabajo digno, donde sea respetada, como persona. O su cultura la casara con catorce años como a su madre, y se cargará de hijos a los que alimentara con las sobras de los demás.
Las instituciones oficiales, ¿Le ayudarán a salir de esa situación?, ¿Habrá alguien que la reintegre en el colectivo de las mujeres con derechos?.
¿Cuántas cosas más podríamos preguntarnos?. Si no hacemos nada. No hay salida para ella.
Te invito a esta excursión. A conocer lo que hay cerca de donde vives con todas las comodidades. Y si se te ocurre algo que podamos hacer ¡Llámame!. . . .
Un poco más allá, en la otra parte de este barrio un coche a parado y algunos jóvenes se acercan a él.
No tiene pinta la escena de que vengan a ofrecer trabajo. . .
Se me hace tarde y he de volver. La vida continua, aunque yo no la entienda. . . La marginación existe, la pobreza existe, la desigualdad existe.
¿Qué parte de culpa por omisión o consumismo tendré también yo?. . .¿Y tú?.

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